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TRIBUNA

Espinàs, un escritor de vocación

Magistrado

Espinàs, un escritor de vocación

Espinàs, un escritor de vocación

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Acaba de cumplir noventa años, que está dicho bien pronto, y tanto su discurso como su vieja máquina de escribir Olivetti, con la que transcribe sus artículos periodísticos y relatos de todo tipo, guardan aún, y espero que por mucho tiempo más, el frescor, la ilusión y la emotividad con que se inició en el mundo literario con su primer libro en el ya lejano 1954.

Incansable viajero, ha recorrido a pie, por senderos y caminos, prácticamente toda España, relatando sus experiencias con la gente de los pueblos que visitaba, con su mochila a cuesta y su inseparable pipa de fumar.

Ha sido testigo fiel de la realidad de esa otra España, la que se asienta al borde de un río, la que se resguarda al cobijo de una sierra, se extiende por la huerta o, simplemente, corre paralela a una carretera comarcal. Confundiéndose, como uno más, con sus pobladores, compartiendo mesa, pan y vino, indagando sobre sus costumbres, sorteando cada recoveco, adentrándose en sus tiendas, bares, hostales, lugares de comida, iglesias...

Su expresión fluida, alejada de engorrosos calificativos, llana, sentida y emotiva se ha hecho dueña y señora de sus artículos periodísticos, uno diario, y así desde el primero publicado en el diario Avui el 23 de febrero de 1976 y luego ya en El Periódico, desde hace 17 años, lo que representa la friolera cifra de cerca de 15.000 artículos. En ellos nos habla de cosas cotidianas, de lo que nos rodea y envuelve, de todo aquello que se nos resiste en nuestra jungla de asfalto y de competencia. Qué difícil es mantener esa constancia de tener que publicar diariamente, y sin embargo, el propio Espinàs afirma que no planifica, y menos a su edad, que vive el presente, y por ello se califica de “presentista”, alguien que da gracias por seguir haciendo lo que más le gusta: escribir. Y lo subraya en una de sus obras cuando afirma que sus textos son, en general, aspectos o momentos de su vida, pero también observaciones y opiniones, sin un plan previo, y todo ello a sabiendas que publicar un artículo cada día significa aceptar una dosis diaria de fracaso. Otra cualidad de Espinàs es su irrenunciable humildad en el oficio de escribir, al extremo de afirmar que “

jo no he estat ni sóc ambiciós, perquè ni com a escriptor ni com a persona no he sentit mai desitjos desordenats, i me n’alegro molt

”, a sabiendas que escribe no a gusto de todos, razón por la cual “

he pogut llegir crítiques amables, respectuoses, algunes fins i tot entusiastes, i també, naturalment, algun estirabot

”. Su obra, compuesta por cerca de noventa libros y sus artículos en prensa, se extiende a la novela (L’últim replà, Un racó de Paraigua o Tots som iguals, entre otras), los libros de viajes (A peu per l’Alt Camp, A peu per Múrcia, A peu per Galícia, A peu pel País Basc, A peu per Mallorca, A peu per la Segarra, A peu pel Pallars i la Vall d’Aran...), los libros biográficos o anecdotarios (Viatge pels Grans Magatzems, Els nostres objectes de cada dia, Temps afegit, El meu ofici, A ritme del temps), los libros que recopilan las conversaciones mantenidas en su programa Identitats en TV3, y, finalmente, los libros que recogen sus miles de artículos publicados en prensa (A la vora de l’Avui, Relacions Particulars, Tots som iguals, I la Festa segueix, Entre els lectors i jo, o Una Vida Articulada).

Leer a Espinàs cada día es una verdadera experiencia para nuestros sentidos. Es tomarse un respiro entre tanto ajetreo, problemas y estrés. Es dejarse acariciar por una lectura fácil, amena, entretenida, con una prosa llena de colores, matices, olores y texturas que nos devuelve el valor de las pequeñas cosas, de los sentimientos, del día a día, de lo cotidiano. Es reencontrarse a sí mismo y recuperar el valor perdido de aquello que creíamos olvidado o que habíamos relegado a un segundo plano.

Sin saberlo, cientos de miles de aficionados al Barça corean por todo el mundo, como si de una sola voz se tratase, la letra que compuso para el himno oficial del Barça. Qué mayor recompensa que estar, sin quererlo, en el corazón y en el sentimiento de tantos culers que cantan “Tot el camp és un clam”.

Ahora, con noventa años recién cumplidos, continúa incólume su pasión por la lectura y la escritura, como almas gemelas que se complementan. Su curiosidad, su anhelo por descubrir, su pasión por fijarse en los pequeños detalles que engrandecen su inconfundible estilo, su mirada observadora y su olfato periodístico continúan sin desvelo deleitándonos cada día con su columna periodística. A todos quienes le seguimos a través de sus artículos y libros, desearle lo mejor, que su obra continúe su andadura como hasta la fecha, segura, entrañable, esperada y deseada, prueba irrefutable de su fidelidad con sus lectores y de una constancia personal como pocas podemos encontrar en el universo literario.

¡Felicitats, mestre!

Espinàs, un escritor de vocación

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