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En el agua, la coordinación es la clave

Presidente de la Confederación Hidrográfica del Ebro

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El Día Mundial del Agua es una fecha importante. Un recordatorio de los muchos aspectos que tienen que ver con este recurso. Y para mí, una oportunidad de poner en valor las Confederaciones Hidrográficas.

En las nueve décadas de vida, la CHE ha trabajado por un concepto que, aunque todos intuimos, es desconocido: la unidad de cuenca. Y lo ha hecho planificando, coordinando y gestionando en un territorio que crean el Ebro y sus afluentes, del que forman parte los usuarios de la cuenca en nueve Comunidades, más allá de otro tipo de fronteras.

Y recalco su labor principal de planificación porque sobre el agua (fenómenos extremos, calidad, cantidad, estado de cauces, aspectos medioambientales), se relacionan muchas competencias que implican a diversas Administraciones que deben coordinarse. En este contexto me parece oportuno citar el diálogo impulsado por el Gobierno con todos los actores para alcanzar un gran Pacto Nacional por el Agua y en el que la CHE está presente, centrado en cuatro ejes: atención de déficit hídrico, cumplimiento de objetivos ambientales, gestión del riesgo de inundación y gobernanza.

La CHE ha redactado los planes que responden a los mandatos de la legislación europea en materia de agua: Plan Hidrológico del Ebro, Plan de Gestión de Riesgo de Inundación y Plan de Sequía (actualmente en revisión). Y hemos hecho un esfuerzo participativo en su definición. Son documentos fundamentales, que aportan un amplio conocimiento sobre la cuenca, pero también recogen todo tipo de medidas, estatales, autonómicas, provinciales, municipales… Dos de esos planes son específicos para la gestión de fenómenos extremos: inundaciones y sequías. En una cuenca mediterránea como la del Ebro nuestro aprendizaje se ha centrado en adaptarnos a la alternancia de periodos secos y de avenidas, introduciendo realidades inapelables como el cambio climático y un desarrollo siempre sostenible.

Nos encontramos en un periodo seco en gran parte de la margen derecha del Ebro. Sí, es una cuenca heterogénea que nos hace convivir periodos secos en subcuencas, con crecidas continuadas en otras. Y poco se reconoce que parte de la labor de la Confederación ha sido evitar conflictos cuando nos ha faltado el recurso. La CHE nació para generar riqueza donde no había agua, este bagaje y su carácter democrático ha permitido a esos usuarios ser partícipes de las decisiones en momentos complicados (y en la gestión ordinaria). La respuesta para un desarrollo sostenible si hablamos de escasez es la planificación, la apuesta por la modernización (a veces se olvida, pero hemos realizado un importante número de acciones de tecnologización y obras para hacer más eficientes los sistemas, como la automatización del Canal de Aragón y Cataluña o la mejora agroambiental en el Delta del Ebro) y la implicación (vuelvo a la carga) de las Comunidades Autónomas, que tienen la competencia en Agricultura. Todo ello, no sólo redunda en ahorro, sino también repercute en una mejora de la calidad. Pero hay otras vías, como la concienciación de los municipios con los planes urbanos ante la sequía.

Termino hablando sobre el otro fenómeno, las inundaciones. Aún más en este caso hablo de coordinación. El Plan de Inundación, el PGRIEbro, ha sido un paso de gigante. Se habla de la CHE, sí, pero también de ordenación del territorio, de urbanismo, de Protección Civil... Desde el MAPAMA se ha movido ficha con la revisión del Reglamento de Dominio Público Hidráulico, restringiendo los usos en zonas inundables. En la Confederación, a pesar de los recortes presupuestarios, seguimos mimando nuestro SAIHEbro como herramienta de predicción y vigilancia, teniendo en cuenta la dificultad de las previsiones hidrológicas.

Actualmente trabajamos con la Universidad de Zaragoza en un modelo que permita mejorar la simulación de avenidas en el eje del Ebro, zona especialmente complicada por las continuas crecidas y por las figuras de protección ambiental. Si unimos el esfuerzo de gestión de los embalses para reducir caudales en los momentos de crecida, veremos que no hemos parado.

Y avanzamos hacia apuestas de desarrollo sostenible. La Cuenca del Ebro se está convirtiendo en un importante ejemplo de desarrollo de programas que aúnan protección de riesgos y restauración fluvial. En marcha tenemos la mayor restauración fluvial en Europa, en el río Arga, en Navarra, que permitirá recuperar un espacio natural, la fauna autóctona y reducir afecciones por inundaciones. Estamos ejecutando la restauración fluvial del Híjar-Ebro en Cantabria y apostando por el proyecto LIFE Resilence que busca la implicación de la Unión Europea con las medidas del Plan de Inundación en el eje del Ebro.

Todos tienen un denominador común: son fruto del trabajo conjunto del Ministerio, la CHE, las Comunidades Autónomas y los municipios. Me repito: en el agua, la coordinación es la clave.

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