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Turbulencias financieras en América latina

Profesor de ESADE Law School

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La evolución de la política monetaria de la Reserva Federal (FED) acabó provocando una vuelta a las turbulencias financieras, principalmente en las economías emergentes. La gradual subida de los tipos de interés en EEUU acompañada por el repunte del dólar atrajo a los inversores mundiales ávidos de aprovechar la mejor rentabilidad de los bonos del tesoro estadounidense.

Y por las buenas expectativas de crecimiento de una economía estimulada por las políticas expansionistas de la Administración Trump que priorizará unas inversiones en la mejora de las infraestructuras que favorecen a las empresas creando empleo. Pero la subida de tipos y del dólar golpea a las divisas de las endeudadas economías emergentes. Y las alarmas saltaron sonoramente en Argentina cuando el peso cayó hasta casi un 30% respecto al dólar desde inicios de 2018.

Argentina es un país difícil de gobernar con una población que, con su parte de razón, confía poco en las instituciones públicas y sus políticos. El presidente Mauricio Macri cerró en diciembre de 2015 los doce años de peronismo de Nestor Kirchner (2003-2007) y Cristina Kirchner (2007-2015). Y salió reforzado políticamente en las elecciones legislativas parciales celebradas en octubre de 2017. Macri logró seducir a los inversores internacionales tras anunciar un cambio de modelo económico más abierto al exterior para corregir la etapa proteccionista impuesta por los Kirchner. Argentina pudo volver a los mercados financieros, cerrados en 2001, tras alcanzar un acuerdo para refinanciar su abultada deuda con los acreedores internacionales. E impulsó las negociaciones de un Acuerdo de libre comercio MERCOSUR-UE. La mejor imagen y credibilidad internacional de Macri se confirmó cuando Argentina asumió la presidencia de turno del G20 en 2018. La tercera economía latinoamericana, tras Brasil y Méjico, volvió a crecer en torno al 3% en 2017 tras superar una recesión económica del -2,3% en 2016.

Pero las necesarias reformas estructurales, entre ellas un recorte de las subvenciones públicas, lanzadas por el presidente Mauricio Macri para reducir el déficit público chocan ante la cruda realidad de la oposición sindical y de una parte de los trabajadores situados en la economía informal. Y muchos ciudadanos propensos a especular contra el valor del peso. La brusca caída de la divisa frente al dólar disparó la inflación (25,4% en abril). Los viejos demonios argentinos reaparecieron en una economía muy dependiente de la demanda interna. El Banco Central reaccionó en mayo subiendo los tipos de interés hasta el 40% para intentar frenar la fuga de capitales. Pero diecisiete años después, Argentina volvió a pedir una ayuda financiera al FMI para aliviar sus problemas financieros con un préstamo que podía alcanzar los 30.000 millones $. El BM estima que la deuda internacional de Argentina alcanza los 211.000 millones $.

Pero, a pesar de las fuertes presiones internas muy reacias a los controles de las instituciones financieras internacionales, cabe confiar que Macri persistirá en los ajustes estructurales necesarios para modernizar la economía, incrementar la productividad y la competitividad para dinamizar el sector exterior de un país que cuenta con cuantiosos recursos naturales y un gran potencial de crecimiento económico. Argentina sigue ocupando un rezagado 117º lugar, entre 190 Estados en la clasificación “Doing Business 2018” del BM. Brasil ocupa el 125, México el 49º. Las crisis latinoamericanas se deben a una conjunción de factores externos pero también a otros problemas internos de gobernabilidad con una rampante corrupción.

Las turbulencias financieras provocadas por la fortaleza del dólar también afectan a otras economías latinoamericanas que han visto caer sus divisas. Y llegan precisamente a las vísperas de las cruciales e inciertas elecciones presidenciales que se celebrarán el 1 de julio en Méjico y el 1 de octubre en Brasil. El real brasileño retrocedió, también lastrado por la profunda crisis política interna. La caída del peso mexicano es moderada pero, a las incertidumbres políticas ante la posible victoria del candidato de izquierdas Andrés Manuel López Obrador, se le suma las derivadas de la compleja renegociación del NAFTA con EEUU.

América Latina vive un carrusel electoral que suma los riesgos políticos a los financieros. Venezuela, que votó el 20 de mayo, es un estado fallido. En cambio, Colombia es una dinámica economía que celebró el 24 de mayo la primera vuelta de las elecciones presidenciales ganada por el candidato de derechas Álvaro Uribe. La segunda y definitiva vuelta tendrá jugar el 17 de junio. El calendario electoral puede frenar la toma de determinadas decisiones gubernamentales susceptibles de soliviantar a los electores. Pero cabe decir que la región está mejor preparados que antes para afrontar esta crisis financiera. Y algunos países productores energéticos respiran aliviados cuando suben los precios del petróleo y de otros recursos naturales.

La subida del dólar también presiona sobre otras divisas africanas y asiáticas como el rand sudafricano o la rupia indonesia. Y afecta, en mayor o menor medida, a las divisas de Taiwán, Filipinas, Malasia, Singapur, etc. Y la lira turca perdió un 30% respecto al dólar desde enero. El presidente Erdogan tuvo que subir, el 23 de mayo, los tipos de interés del 13.5% al 16,5%, a las puertas de las elecciones presidenciales y legislativas del 24 de junio. Resta ver cuáles serán los efectos de otra posible subida de los tipos de interés por parte del FED en junio.

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