El día después

Pienso que la Covid-19, además de llevarse por delante muchas vidas, arrasará con la clase política que en estos momentos está al frente del país, aunque eso sí, por el momento se dedican fervorosamente a discutir si salimos el lunes o miércoles, si corremos, cómo debe ser la mascarilla, si paseamos los perros, etc.

Y no cumplen con su máxima obligación, que es la de procurar por lo menos que el virus sea controlado o extinguido utilizando todos los medios posibles, personales y económicos para que así sea. Deberían por lo tanto obviar infinidad de cuestiones que en este momento no tienen la más mínima importancia y que solo sirven para dañar la imagen del contrario.

Cuando esta situación esté de alguna manera controlada, si es así, espero que en ese momento, es decir, el día después, podamos tener nuevos actores, pero no solamente en el ámbito político, sino en todos los ámbitos de la sociedad: en la política, en el ámbito sanitario, en el ámbito social, en el empresarial, en el económico, en la juventud... cuestión que me parece fundamental, porque es obvio que a veces es necesario tener nuevas miradas sobre una misma cuestión para poder tener un futuro. Recuerdo aquí que, en la anterior crisis, un abuelo jubilado que se llamaba Leopoldo Abadía dio más luz a la situación económica que todo el coro de políticos y nos enseñó más cosas en dos entrevistas televisivas que horas y horas de discursos sin ningún contenido.

En definitiva, pienso que en unos momentos como los actuales nadie puede permanecer al margen y todo el mundo debe dar lo mejor de sí para poder tener un futuro, en especial los jóvenes.

Hay que poner de manifiesto los proyectos de país de los mejores en todas las áreas de nuestra convivencia social, tenemos que darles voz mucho más allá de las redes sociales. No se trata de buscar influencers, sino de buscar aquellas personas que puedan aportar algo desde su propio ámbito social y, en este sentido, es esencial lo que puedan hacer, que creo que es mucho, los medios de comunicación, por una simple cuestión de respecto al ciudadano.

No deberíamos descartar la experiencia de personas que hayan desarrollado con éxito diversos ámbitos de gestión: política, empresa, sociedad, cultura, etc.

Los nuevos actores, y por qué no, los nuevos líderes, deberían basarse en una visión de futuro, con planificación de objetivos y estrategias a medio y largo plazo que nada tengan que ver con intereses partidistas, sino que se enfoquen únicamente en el bienestar de la sociedad en su conjunto, en la solidaridad y el respeto a las personas y también en una visión que excluya el populismo y por descontado a los extremos, tanto en la derecha como en la izquierda de nuestra sociedad. Por lo tanto, sería deseable dar voz a los mejores, que desde luego no tiene porqué coincidir con los que están al frente de cualquiera de las instituciones actuales y, desde luego, con un único objetivo que ayude a toda la sociedad a salir del desastre en el que nos encontramos inmersos.