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ENTREVISTA AL COORDINADOR GENERAL DE EUSKAL HERRIA BILDU

Arnaldo Otegi: «Nuestra mayor autocrítica fue hacer desaparecer la violencia»

«Nuestra mayor autocrítica fue hacer desaparecer la violencia»

«Nuestra mayor autocrítica fue hacer desaparecer la violencia»AMADO FORROLLA

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El líder de la izquierda abertzale vasca visitó esta semana Lleida invitado por la ANC, un acto que motivó fuertes críticas del PP, que no le perdona a Otegi su pasado. En esta entrevista, muestra su admiración por el proceso soberanista catalán, que ve irreversible y quiere emular en el País Vasco. Remarca que la decisión de la izquierda vasca de no amparar nunca más la violencia es firme y espera que ETA dé pronto un paso definitivo por la paz. Además, critica al Gobierno por querer imponer la ley “por encima de la voluntad popular”.

¿Cómo valora el proceso catalán?

Lo estamos siguiendo con mucho interés. Venimos de un país pequeñito que ha vivido una etapa convulsa, pero que aspiramos a construir nuestra propia república. Porque entendemos que para proteger los derechos económicos, sociales, culturales y políticos de la gente se necesita construir estados propios. Desde nuestro punto de vista es absolutamente admirable el proceso que está llevando a cabo el pueblo de Catalunya, que no sé si es consciente de lo que ha hecho. Creo que es absolutamente irreversible.

¿Cree que acabará con un referéndum y la independencia?

Estoy convencido de que el proceso alcanzará sus últimos objetivos si la gente decide que eso es lo que quiere. Porque por encima de coyunturas políticas e históricas y por encima de marcos jurídicos y leyes, está la voluntad popular. Me resulta paradójico y curioso escuchar cosas como que la democracia consiste en el respeto a la ley. No, ¡perdone! La democracia consiste en respetar lo que decide la gente y luego la ley se acomoda a ello. Eso es la democracia: respeto a la voluntad popular. Y yo estoy convencido que si el pueblo catalán mantiene el pulso con serenidad e inteligencia, de manera pacífica y democrática y suscita la adhesión mayoritaria de la gente, el proceso es irreversible.

¿Es posible algo similar en el País Vasco?

Eso es lo que desearíamos los independentistas vascos y estamos trabajando para ello.

Pero la sociedad vasca parece muy cómoda con el concierto económico.

Sí, es una sociedad autosatisfecha que dispone en el País Vasco y en Navarra del concierto y del convenio, es un resto de la soberanía de lo que fuimos. El individualismo lleva a la gente a elegir una opción política en función de lo que gano o lo que pierdo y el temor a perder algún grado de autogobierno lleva a ser prudentes. Lo que decimos es que el marco de relación del País Vasco y de Navarra con el Estado tiene que cambiar. No podemos seguir hipotecando nuestra economía, nuestra cultura y derechos sociales en un Estado español que no nos respeta y nos plantea una relación de subordinación. Se ha de terminar y solo se puede hacer desde la plena soberanía.

¿ETA se disolverá este año?

No hago predicciones, pero estoy convencido de que después del desarme ETA encarará un debate interno y que irá en la dirección actual, que es aportar a un escenario de paz. Que es lo que más molesta al PP, porque no tiene agenda para la paz. Vivían cómodamente instalados en un escenario del que sacaban rentabilidad electoral, política y económica y lo que no nos perdonan no es nuestro pasado, sino que hagamos hecho desaparecer el enemigo interno que cohesionaba el Estado.

¿La paz es irreversible?

Sí, estoy convencido, sin ningún género de dudas.

¿Qué autocrítica hace la izquierda abertzale y usted mismo de los años de terrorismo?

Todos los pasos que hemos dado en esa dirección siempre han sido considerados insuficientes por el Estado. Siempre será insuficiente. ¿Cuál es la mayor autocrítica que ha hecho la izquierda abertzale? Hacer desaparecer la violencia armada de ETA del escenario político vasco. Mayor autocrítica que esa... si consideráramos que la violencia armada es un recurso legítimo y digno de utilizar seguiría existiendo. No hay mayor autocrítica que la que hemos hecho por la vía de los hechos. Ya nos gustaría que el Estado hiciera algo similar y aceptara que no se puede imponer la unidad de España con mecanismos coercitivos. Hay que consolidar la convivencia y tiene que haber reparación de las víctimas en todos los ámbitos y que el pasado sea pasado, consolidando las bases para que esto no se vuelva a repetir.

¿Cómo se hace eso?

Siendo honestos y aprendiendo de los errores del pasado.

Usted nunca condenó la violencia y es una de las cosas que le reprochan. ¿Sería positivo para lograr esa reconciliación?

No somos partidarios de la utilización de términos tan manoseados que son un bumerang político, porque hay quien busca beneficio electoral. Se dice que Otegi o la izquierda abertzale nunca ha condenado la violencia. Gerry Adams o Nelson Mandela tampoco. Y nadie pone en duda que sean hombres de paz. No entra en nuestra lógica política usar estas palabras. Hemos hecho aquello que nos han demandado muchas décadas. Nos decían que en democracia, sin violencia, todo era posible. Y estamos observando que mentían. Que en democracia, por lo menos en la española, no todo es posible. Nosotros, sea cual sea la evolución de la coyuntura política, hemos decidido en términos éticos y políticos que no vamos a utilizar, ni justificar ni legitimar el empleo de la violencia para conseguir objetivos políticos. Es una decisión firme.

El PP ve antidemocrático y vergonzoso para la ciudad que usted acuda a un acto público. ¿Qué opinión le merecen estas críticas?

Es bastante habitual. Me resulta llamativo que la derecha española se atreva a hablar del pasado de alguien, es de una osadía total. Porque su pasado todos sabemos a dónde nos conduce. Hay dos cosas que el PP no nos va a perdonar nunca y no tienen nada que ver con la violencia de ETA. Que desenmascaráramos su mentira en el 11-M y que le hayamos quitado el enemigo interno que le valía para cohesionar el Estado. Eso les molesta realmente e intentan enturbiar el proceso catalán presentándolo con unos aliados en el eje del mal que van de Yoko Ono a Nicolás Maduro y Arnaldo Otegi.

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