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Cambrils en agosto es casi una población más de Lleida y fueron muchos los leridanos que, de una forma u otra, vivieron de cerca el atentado. El relato de Pau V., vecino de Lleida, resulta estremecedor. “Fue hacia la una, acabábamos de ir a la cama, pero no nos habíamos dormido. El apartamento es un primer piso, justo en el paseo marítimo. Oímos murmullos y gritos de Allahu Akbar [Alá es grande]. Primero pensé que era un borracho haciendo el animal, pero al tercer o cuatro grito y teniendo en cuenta lo de Barcelona me alarmé. Salí al balcón y estaba a unos 20 metros, con un chaleco con supuestos explosivos y con algo en la mano. Los Mossos le gritaban ¡al suelo!, pero no hacía caso, Buscaba a gente para hacer daño, pero todos se habían dispersado. Tiré de mi hermano, que se había quedado como petrificado, hacia el suelo y hacia dentro del apartamento, mientras oía más que veía 8 o 10 disparos. Volvimos a entrar hacia el piso y cerramos todas las puertas y ventanas. En ese momento no sabes cuántos son ni qué harán y hay un pánico brutal. Nos hemos metido encerrados en el lavabo con mis dos hijos sin hacer ruido, casi hasta las 5 de la mañana. Al pequeño, que tiene 7 años, le decíamos que eran petardos y que durmiese, pero el mayor ya tiene 12 y no se lo creía, solo preguntaba qué pasaba. Además, oíamos la radio de los Mossos con todas las indicaciones del que estaban buscando y el helicóptero muy cerca. Hacia las 4 hemos oído unos tiros mucho más fuertes, que debía ser cuando abatían al último. Ha sido una experiencia muy bestia. Después es fácil decir que te podías quedar en el sofá tranquilamente, pero en aquel momento sin información no puedes moderar el pánico. Solo piensas en lo que ha pasado en otros sitios y puede pasar aquí. Estando tan cerca, a 15 metros, los tiros pueden entrar en la casa, pueden detonar algo o entrar en un piso y coger rehenes para atrincherarse. No hemos dormido nada y a las 7 y algo hemos salido para Lleida. Mi hijo tenía miedo y quería volver a casa. No hubiéramos estado bien. Ni de coña había vivido nunca nada igual ni pasado tanto miedo”, concluyó.

Carles García, vecino de Alguaire estaba, en otro piso del mismo bloque. “Nos despertaron unos ruidos muy fuertes, como de petardos, y gente gritando, nos dio muy mala espina. Al cabo de un momento oímos las sirenas y al salir a la terraza a veinte metros había un hombre en el suelo sangrando con signos evidentes de que le habían disparado. Primero no sabíamos si era un peatón o un terrorista, pero luego los Mossos lo rodearon protegiéndose detrás de coches porque todavía se movía. Se quería levantar y acabaron de dispararle. Mi mujer lo vio y le ha impresionado mucho. Entonces hemos visto en las noticias lo del puerto y que podían llevar explosivos y nos hemos quedado encerrados. Han venido los artificieros y ya estaba más controlado. Primero hemos pasado mucha angustia y nervios, pero la actuación de la policía ha sido muy correcta y profesional, sin querer hacerse los héroes. Lo ves por la tele, pero vivirlo tan cerca desde la terraza impacta”, relató.

La falta de información en los primeros instantes hizo disparar el grado de pánico por lo que podía suceder

Rosa, de Lleida, presenció el despliegue desde un ático justo sobre la rotonda del Club Náutico. “Estábamos en la cama y nos hemos levantado por el ruido cuando los Mossos han bloqueado el paso del coche y han empezado los tiros. Todo Cambrils estaba alerta, con los vecinos sitiados sin poder salir y las calles cerradas. Había un hombre suelto supuestamente con explosivos que podía estar por cualquier sitio. Había psicosis en Cambrils. Han estado buscándole hasta las 4 de la mañana”, explicó.

Ester, de Mollerussa, estaba disfrutando de una velada tranquila jugando a cartas en la playa con un grupo de amigos. “De repente, empezamos a ver gente corriendo por el Passeig en sentido contrario al Port Marítim y comenzamos a correr también por inercia por la arena. Íbamos medio agachados porque oímos tiros, al principio pensábamos que eran petardos y no sabíamos de donde venían, fue todo muy rápido, había mucha confusión y pánico tras el atentado de Barcelona. Corrimos hasta nuestros apartamentos, a unos 900 metros, y dejamos entrar a otros transeúntes que también huían”, relató. Una de sus amigas acogió en su apartamento a una pareja de turistas muy asustados y varios vecinos ofrecieron agua y comida a otras personas. “Nos fue de minutos, pero no vimos nada. Volvíamos a casa y nos encontramos con los Mossos que bajaban. Una vecina desde el balcón nos dijo que había un atentado. Habíamos ido a cenar y el comentario era lo lleno que estaba todo y el daño que haría un atentado allí y mira. Suerte que no fue más pronto”, dijo Eva Zazurca, otra leridana en Cambrils esa noche.

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