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Pedro Sánchez, ayer con su esposa en Anchuras (Ciudad Real), el pueblo natal de su padre.

Pedro Sánchez, ayer con su esposa en Anchuras (Ciudad Real), el pueblo natal de su padre.EFE

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Catalunya ha sido más protagonista que nunca de la campaña electoral y, de hecho, se juega mucho en estos comicios, con bloques más enfrentados si cabe que en el conjunto del Estado. El resultado de las urnas será clave para el devenir de las maltrechas relaciones Catalunya-España.

Pueden suponer la apertura de la puerta a la negociación política para un problema político, como no paran de repetir aquellos que advierten que el inmovilismo no llevará a la resolución del problema del encaje o el futuro independiente de Catalunya. Pero de las urnas también puede salir reforzado el bloque que precisamente defiende barrar el paso al diálogo y apuesta por la línea dura de más 155.

Ha sido una de las plazas políticas más visitadas por todos los grandes líderes en busca de sus 32 escaños

Todo ello después de una campaña atípica, inédita si tenemos en cuenta que varios de los candidatos están en prisión, al tiempo que se enfrentan al juicio histórico por el procés en el Tribunal Supremo, mientras otros líderes del movimiento independentista siguen en el exilio.

Este contexto ha desembocado en una campaña enconada, tensa y en la que ha habido más llamamiento a las grandes ideologías, a las ideas de país o Estado que a las demandas políticas o programáticas concretas como en otras ocasiones.

La importancia de Catalunya en estas elecciones también se ha dejado sentir en la confección de la campaña por parte de los grandes partidos. Han sido prácticamente constantes los líderes de los principales de ámbitos estatal, principalmente en Barcelona, una plaza clave por el importante número de diputados en liza, con 32, solo superada en el conjunto del Estado por los 37 de Madrid.

En el caso de los partidos catalanes, en especial de los independentistas, sus esfuerzos se han redoblado en una situación especialmente complicada, porque los cabezas de lista de ERC y de JxCAT no podían hacer campaña con normalidad, con apenas alguna rueda de prensa o mensajes grabados, siempre con el beneplácito de la Junta Electoral, que ha tenido mucho “trabajo” esta vez.

Estas elecciones, salvo sorpresa mayúscula, será también la de la confirmación inequívoca de que el bipartidismo está herido de muerte y dará paso a un nuevo Congreso fragmentado. Pero en esta ocasión aparece en el tablero político un nuevo actor que, además, hasta esta noche no se sabrá si su papel es protagonista. En un Congreso de los Diputados que se anuncia coral entrará la ultraderecha de Vox, con la incógnita de su fuerza y del voto oculto que podrían no haber detectado las encuestas. El ultra italiano Mateo Salvini ya le ha dado las felicitaciones de antemano. De hecho con Vox se fragmenta el voto del bloque de derechas y, en la práctica puede pasarle factura, en especial en las provincias pequeñas de la llamada España vacía, donde están en juego dos, tres o cuatro escaños, por el particular sistema de asignación de escaños con los restos de la ley d’Hondt.

En el bloque de la izquierda, son dos las opciones que se disputan el respaldo progresista, pero en este lado más que la fragmentación está por ver si han funcionado más o menos las llamadas al voto útil. Las encuestas apuntan a que puede ser la apuesta ganadora, pero otra cosa sería la opción de gobierno.

La aritmética parlamentaria es tozuda y, en este caso, la noche electoral puede deparar sorpresas y está por ver si la izquierda suma con el independentismo catalán. El sueño socialista es que no le sean necesarios sus escaños y poder mantenerse en la Moncloa con pactos variables o confiando en el PNV, que en la última legislatura ha conseguido sacar petróleo de sus cinco diputados, que le sirvieron tanto para aprobar los presupuestos de Mariano Rajoy como para “jubilarle” en la moción de censura.

Pedro Sánchez, ayer con su esposa en Anchuras (Ciudad Real), el pueblo natal de su padre.

Pedro Sánchez, ayer con su esposa en Anchuras (Ciudad Real), el pueblo natal de su padre.EFE

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