El primogénito del clan Pujol, Jordi Pujol Ferrusola, se desmarcó ayer de la venta en 1991 de la empresa Grand Tibidabo y de las supuestas “mordidas” que se pagaron por esta operativa, y atribuyó el ingreso de 8,5 millones de pesetas (unos 51.000 euros) en una de sus cuentas en Andorra, que los investigadores vinculan con esta operación, a un producto bancario que él denominó “láminas financieras” y que le reportó beneficios, según informaron fuentes jurídicas.