Illa acaba admitiendo que los test defectuosos son 650.000 unidades

El ministro de Sanidad, Salvador Illa, admitió ayer que la partida de tests rápidos para detectar el coronavirus comprada por el Gobierno central y que ha resultado ser defectuosa es de 650.000 unidades. De esta forma, supera con creces la cifra de 9.000 pruebas poco fiables de la que se había hablado en un primer momento, y que ya habían sido repartidas en la Comunidad de Madrid, y la de 50.000 que se apuntó después, que corresponde con las unidades que todavía no había distribuido La Moncloa. “Se sustituirán las 659.000 pruebas por otras que den los estándares de calidad”, aseguró Illa, a la vez que subrayó que el pedido defectuoso “no afectará” a la lucha contra el Covid-19, que ya ha contagiado a 64.059 personas y matado a 4.858. En este sentido, lanzó un “mensaje de tranquilidad” porque ya han encargado 5 millones de pruebas más en otras operaciones cerradas en China. Y es que la remesa defectuosa fue contratada con la empresa Bioesay que, según advirtió el jueves la embajada de Pekín en España, no tiene licencia médica ni forma parte de los distribuidores recomendados por las autoridades chinas. En paralelo, Illa anunció que el Gobierno central ha incrementado a 578 millones el presupuesto para adquirir mascarillas y respiradores.

Con todo, el Partido Popular exigió la comparecencia en el Congreso de la portavoz del Gabinete de coalición y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, para que dé explicaciones sobre este asunto. Por contra, el presidente de Castilla-La Mancha, el socialista Emiliano García-Page, que en otras ocasiones se ha sido crítico con La Moncloa, rompió una lanza en su favor y advirtió de que el mercado sanitario se ha convertido en un “zoco” y que a cualquiera le hubiera podido pasar. En la misma línea, el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero afirmó que la compra de tests defectuosos “le va a pasar a todos los Gobiernos”.

Los efectos del confinamiento pueden durar años Un equipo de psicólogos de la Universidad Complutense de Madrid presentó ayer un estudio en el que advierte de que los problemas psicológicos provocados por el confinamiento de la población podrían prolongarse durante meses o años. Depresión, estrés, insomnio y ansiedad son los problemas más comunes con los que se han encontrado en el primer estudio sobre el estado de salud mental de los españoles durante el confinamiento. “Tener síntomas de este tipo ante acontecimientos traumáticos es completamente normal, y la mayoría de las personas dejarán de experimentarlos una vez concluya esta situación. Sin embargo, hemos observado que un alto porcentaje de personas se encuentran en niveles de riesgo. Lo adecuado en estas situaciones es efectuar intervenciones tempranas para evitar que estos síntomas agudos evolucionen hacia problemas psicopatológicos posteriores”, explicó Alfredo Rodríguez Muñoz, uno de los investigadores.