El virus golpea a Europa y América

El virus del ébola golpeó en África. El virus del SARS, en China y el sudeste asiático. Y el nuevo coronavirus, detectado por primera vez en Wuhan, se ha ensañado con Europa y América. Así lo revelan las estadísticas que, a diario, publican tanto la Universidad estadounidense Johns Hopkins como el Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades (ECDC, por sus siglas en inglés). La gran pregunta es por qué una pandemia que se ha extendido por la práctica totalidad del mundo ha logrado ser controlada en lugares como China, Australia o Nueva Zelanda, mientras sigue desbocada en los Estados Unidos y en Europa, Oriental, Occidental e insular. En el caso de los dos principales estados de Oceanía, al igual que en el de China, la respuesta pasa por las severas restricciones que aplicaron en los primeros compases de la crisis sanitaria. Al Gobierno de Pekín no le tembló el pulso a la hora de confinar de forma muy estricta a Wuhan, una urbe con más de once millones de habitantes. Australia y Nueva Zelanda, además, se beneficiaron de su condición insular, aunque no se quedaron, y no se están quedando atrás todavía, a la hora de aplicar mano dura contra el virus. Así fue cuando el viernes las autoridades sanitarias neozelandesas recomendaron a 100.000 personas de la ciudad de Auckland, en la que vive un tercio de la población del país, no ir a sus puestos de trabajo, tras haber detectado un caso de coronavirus, algo del todo impensable en Europa o en los Estados Unidos, donde se ha intentado proteger la salud a la vez que se causaba el menor daño posible a la economía. La medida instada por Nueva Zelanda en Auckland, por ejemplo, les costará 5,8 millones de euros al día en pérdidas, según la Cámara de Comercio de la urbe.

Por otra parte, a la vista de las estadísticas oficiales, África ha capeado mucho mejor que el primer mundo la pandemia de coronavirus. Factores como un mayor aislamiento, peores conexiones o contar con una población más joven podrían haber influido, a pesar de que no han sido factores relevantes en crisis sanitarias pasadas en el continente, como ocurrió con la del ébola. Es por ello que, como ya apuntó la OMS en agosto, la baja incidencia de la Covid en África seguramente sea fruto del reducido número de pruebas de detección que se practican. El africano es un continente empobrecido y la mayoría de sus Estados carecen de sistemas de salud homologables a los del mundo desarrollado. Europa y América, por el contrario, disponen de capacidad para efectuar cada día miles y miles de PCR, test de antígenos o pruebas serológicas. Ello, unido a las vacilaciones a la hora de adoptar restricciones a fin de no dañar más la economía, podría estar detrás de los récords que día tras día se suceden en el Viejo Continente y en el Nuevo Mundo. Ya lo advirtió hace menos de un mes el gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos. El Estado español necesitará “una década de ajustes” para afrontar el déficit generado durante la peor crisis que ha atravesado desde la Guerra Civil. Mientras tanto, Alemania, Rusia y Ucrania alcanzaron el viernes la mayor cifra de contagios en un día, Croacia batió su récord de decesos, y uno de cada sesenta italianos ya se ha infectado del virus del SARS-CoV-2.