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La crisis de los microchips, mirada con lupa

La de los microchips es la última crisis global que hemos vivido en una época llena de otras crisis provocadas por la Covid. La gran mayoría tienen a ver con la pandemia. ¿Pero y la de los microchips? También. Y es mucho mayor de lo que nos pensamos.

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A lo largo de nuestras vidas hemos sufrido, vivido o notado varias crisis. Dependiendo de nuestra edad, la mente nos trasladará en las económicas del 2008 o de 1993, o a la migratoria de los últimos años. Hay unos cuantos que toda su vida la han vivido en una crisis permanente, hay que de la crisis hacen virtud y hay que la sufren cuando un virus le mata todos los pollos de la granja.

A todo eso, hoy llevamos casi dos años de pandemia global, que lleva asociadas varias crisis colaterales, que afecta de diferente manera en cada uno de los rincones dónde toca, tanto económicas como sociales y sanitarias. Pero las últimas semanas el foco se ha girado hacia la llamada crisis de microchips, una paralización de todo un sistema económico que es más grave de lo que nos pensamos y que afecta a una parte muy importante del planeta. Es un tema complejo que queremos explicar de la forma más comprensible posible.

¿Qué es un microchip?

Empezamos por el principio. ¿Qué son los microchips o semiconductores? Son circuitos electrónicos montados sobre una pastilla de silicio de forma rectangular y que todos hemos visto decenas a veces en aparatos, cuando los hemos desmontado para cambiar la pila o para arreglarlos, y que cada vez son más presentes en los productos que tenemos en casa porque cada vez tienen más tecnología. Los fabricantes de microchips los hacen cada vez más pequeños. Por ejemplo, si los microchips clásicos que encontramos en los microprocesadores informáticos suelen hacer unos 2,5 centímetros cuadrados, la medida habitual de un microchip actual se aproxima al cuarto de centímetro cuadrado.

Estos pequeños dispositivos tienen funciones muy específicas, y hacen que los aparatos de nuestra casa funcionen, ya sea con procesos sencillos o complicados. Así, los procesadores como los Core i5 o i7 de Intel, los microchips pueden llegar a tener hasta 14 millones de componentes. Los últimos procesadores Core i7 contienen 2.500 millones de transistores (uno de los componentes de los microchips).

¿Y todo eso en una pastilla de dos centímetros y medio? Sí. La clave radica en el tamaño. Si ponemos una lupa, o más bien un microscopio científico, veremos un mapa de carreteras y autopistas perfectamente alineadas por donde pasa la electricidad que hace funcionar los aparatos. Estas carreteras están dibujadas en líneas de entre 5 y 7 nanómetros. Para hacernos una idea, un centímetro son 10.000.000 nanómetros. Imperceptible. Y casi milagroso. Esta es la idea general de todo un mundo muy extenso y profundo, que requeriría muchas más páginas.

Aquí hay que hacer un paréntesis para hablar de la ley de Moore, una predicción del ingeniero Gordon Moore que dice que el número de transistores que hay en un circuito integrado se dobla cada dos años. Y así ha sido, más o menos. Moore escribió esta ley el año 1965.

¿Y ahora, qué ha pasado?

Volvemos al tema central. Preguntado por la crisis actual de los microchips, el doctor, profesor y coordinador del Máster de Ingeniería Informática de la Escuela Politécnica Superior EPS de la Universidad de Lleida, Carles Mateu, lo resume en un encadenado sucesivo de muchas causas al mismo tiempo. Una cadena rota que, ahora lo veremos, afecta a todo el planeta. Vamos una a una.

1. Demanda disparada

La primera causa es la de la demanda, que se ha disparado. Y es que de tener un ordenador y un teléfono móvil hemos pasado en pocos años a añadir una tablet, un sensor de temperatura para el balcón, un conjunto precioso y funcional de persianas eléctricas, hemos sustituido las bombillas de casa por todo un sistema de alumbrado con componentes led, y los coches cada vez tienen más funciones tecnológicas. Todos estos nuevos aparatos y elementos que pedimos llevan microchips, y cada vez llevan más. Por poner un ejemplo, un vehículo convencional puede llegar a llevar más de un centenar.

2. Covid

La segunda causa es la Covid, que lo ha desmontado todo, también este sector. Las empresas de microelectrónica que fabrican microchips creyeron que habría menos ventas durante la pandemia, y de golpe las fábricas de todo el mundo empezaron a hacer pedidos de microchips, fruto de confinamientos, teletrabajos y de las compras tecnológicas que millones de empresas de todo el mundo hacían para solucionar la no presencialidad en los trabajos. Pasó entonces que las fábricas de microchips empezaron a no poder alcanzar los pedidos, al tener plantillas decapitadas por personal que era positivo y confinamientos que se alargaban en el tiempo. Para ejemplarizar este aumento de demanda de microchips, recordarán que durante el confinamiento nos convertimos en ciclistas y agotamos todas las reservas mundiales de bicicletas estáticas. Y los pedidos, que en este momento de producción mundial se hacen al momento, just in time, se amontonaban.

Aquí hay que hacer una parada técnica. ¿Dónde están estas fábricas? Exacto, en Asia. Hoy dos países dominan la fabricación mundial de microchips: Corea y Taiwán. Eso es fruto de políticas de externalización de estos elementos que las fábricas europeas o norteamericanas no podían ni querían asumir. Menos costes, más barato de producir en Asia, y mejores beneficios para los productos que fabricamos en nuestra casa.

Volvemos a las fábricas de microchips. ¿Por qué se amontonaban los pedidos? Carles Mateu señala los tiempos de producción de algunos de estos microchips, que pueden llegar a necesitar hasta 20 días de producción y una pulcritud excepcional, “un laboratorio de fabricación de microchips es más limpio que una sala de operaciones de un hospital”. Menos microchips y más demanda, y empieza a haber guerra de empresas para situarse ante la cola de producción. Y siguen amontonándose comandas.

3. Desastres

Si a todo eso sumamos los desastres, tanto naturales como artificiales, llegamos a la tercera causa. Mateu explica que una empresa de Japón se incendió y no recuperaron la producción hasta pasado un mes, y otra gran fábrica de Taiwán acusó la sequía de la zona y se quedó sin agua, elemento indispensable para la fabricación de microchips. Hacemos otro apunte: podríamos pensar que la cadena también está rota en la parte del suministro de las materias primas, en este caso silíceo puro, pero no es el caso. Este eslabón no se ha roto.

4. Transporte

Llegamos a la cuarta causa, que son los problemas en el transporte, sobre todo el marítimo. Y es que en los EE.UU. la gran mayoría de microchips llegan en barcos mercantes, llenos de decenas de miles de contenedores llenos de millones de microchips. No llegan a buen puerto. Además, protocolos sanitarios más duros, confinamientos selectivos y el aumento de las materias primas como el gasóleo hace que el precio del viaje de un contenedor de Asia a Europa se haya multiplicado por diez. A todo eso podemos sumar que uno de los fuselajes portacontenedores más grandes del mundo, el Ever Given, se encalló en el canal de Suez con 20.000 contenedores a bordo durante seis días, hecho que impidió a su vez el movimiento de otros barcos de mercancías cargados, entre otras cosas, de millones de microchips. No microchips, no party. Para Mateu, “está todo desbaratado y tardará años a recuperarse, y eso que ahora hay fábricas, como TSMC, el mayor del mundo, que trabaja 24 horas los 7 días a la semana”.

¿Cuáles son, las grande fábricas?

Aprovechamos ahora que ha salido el nombre de TSMC para hablar de las grandes fábricas de microchips del mundo. Ya hemos dicho que están en Taiwán y en Corea, aunque años atrás esta producción la dominaban los Estados Unidos, que tenían el año 1990 cerca del 40% de la producción mundial. Las externalizaciones de estos pequeños elementos empezó a pasar hacia el continente asiático, y actualmente TSMC, de Taiwán, domina el mercado con el 55% de la producción y la coreana Samsung lo hace con el 17%. UMC, también de Taiwán, cierra el podio con el 7%. Actualmente la producción en los Estados Unidos es residual.

¿Y las fábricas europeas?

Es la gran pregunta. ¿Por qué no hay fábricas de microchips en Europa? De entrada, porque no se necesitan. O no se necesitaban. ¿Recuerdan aquello de externalizar para rebajar costes de producción, verdad? Ahora tanto Europa como los EE.UU. empiezan a apostar por tener un mínimo de fabricación local para no quedarse sin stock en casos extraordinarios como los que hoy estamos viviendo. Así, Intel ya ha avanzado una inversión de 80.000 millones de euros para instalar fábricas de microchips en Europa, y Bosch acaba de inaugurar una planta en Alemania. Aquí, la ministra de Industria española, Reyes Maroto, ha hablado por primera vez del plan español para fabricar microchips en España y dar cobertura a las fábricas de coches del Estado, uno de los sectores que más han sufrido esta falta de producto.

Sobre este campo, Mateu explica que una gran fábrica de Ford en los Estados Unidos sigue fabricando coches, pero sin los microchips que les faltan. Aparcan los vehículos medio terminados en un gran parking exterior y, cada vez que les llega un cargamento de microchips, vuelven a entrar coches para terminar la producción. Mientras tanto, las fábricas de Stellantis en Vigo y de SEAT en Martorell siguen con producciones a medio gas y con miles de trabajadores afectados. Eso pasa con los coches, pero también en la fabricación de aparatos que escondemos en las mesillas de noche, muñecas que hablan o sacan mocos, coches teledirigidos, videoconsolas, teléfonos, el Baby Yoda de moda que habla, el juego infantil con ruidos de animales o los juegos de construcción robótica por piezas.

Llega la campaña de Navidad

Enlazamos con la coda final: ¿qué pasará con la campaña de Navidad? Mateu augura que habrá problemas de suministro de ciertos productos como ya pasa, por ejemplo, con la PlayStation5 o la nueva Xbox Series X, que directamente no hay, pero asegura que es difícil prever qué empresas o productos presentarán problemas y cuáles no, y que dependerá de si han hecho los deberes o no. La crisis afecta a cualquier producto que lleve microchips, desde neveras hasta microondas, naves y barcos o fabricantes de productos industriales.

Adelantarse a las compras de Navidad para no tener sorpresas Todos los estudios de mercado coinciden en que habrá problemas de entrega de productos, fruto de la crisis de los microchips y vinculada directamente con el aumento del coste del transporte y de las materias primas. Los expertos consideran clave avanzar las compras de Navidad para no tener sorpresas de falta de stock. El importado y ya establecido Black Friday del 26 de noviembre supondrá una prueba de fuerza para los stocks y fabricantes. Apple ha tenido que reducir en 10 millones la producción de los nuevos iPhone 13, y consolas emblemáticas como XBox o PlayStation5 aparecen en cuentagotas.

La paradoja mundial de la fabricación de microchips Si la leyenda urbana dice que la receta de la Coca-Cola la conocen sólo dos personas en todo el mundo, la leyenda urbana del mundo de los microchips, pero contrastada y real, dice que sólo hay una empresa en el mundo que pueda construir el robot que fabrica los microchips que se hacen en Asia. La empresa se llama ASML y está ubicada en los Países Bajos, según publica El Confidencial. Pesa 180 toneladas, ocupa el mismo espacio que un autobús urbano, y es inimitable. O sea, Europa depende de Asia para abastecerse de microchips y Asia depende de Europa para poder fabricar microchips.

La crisi dels microxips mirada amb lupa

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