¿De dónde sale la Castañada? Descubre el origen detrás de esta centenaria tradición catalana
Les castañas y los panellets protagonizan una celebración con más de tres siglos de historia que conecta con el culto a los difuntos y las tradiciones célticas

Castañas tostadas.
El otoño vuelve, y eso nos hace recordar una de las tradiciones más arraigadas en Cataluña. La Castañada se ha convertido en un símbolo cultural que, a pesar de los intentos de otras festividades de origen anglosajón para desplazarla, sigue formando parte esencial de nuestro patrimonio inmaterial. Esta celebración, con más de trescientos años de historia documentada, representa mucho más que una simple comida tradicional; es un vínculo directo con nuestros antepasados y con la forma en que los catalanes hemos entendido la relación entre los vivos y los difuntos a lo largo de los siglos.
Les primeras referencias históricas de la Castañada como tradición consolidada se remontan a finales del siglo XVIII, aunque sus orígenes podrían ser mucho más antiguos y conectar directamente con rituales célticos de cambio de ciclo. La fecha del 1 de noviembre, Todos los Santos, no es casualidad: coincide con el Samhain céltico, una celebración que marcaba el final del verano y el inicio de la época oscura del año, un momento en que se creía que el velo entre el mundo de los vivos y el de los muertos se volvía más delgado.
El papel de los campaneros en la creación de una costumbre popular
Una de las teorías más tendidos sobre el origen específico de comida castañas en esta fecha está relacionada con los campaneros. Según esta interpretación popular, los encargados de tocar las campanas durante la víspera de Todos los Santos necesitaban un alimento energético para aguantar las largas horas de repique. Les castañas, abundantes en esta época del año y con un alto valor calórico, eran la opción ideal para mantenerse activos durante la noche.
Los cronistas de la época explican que estos campaneros, después de horas de esfuerzo físico, hacían un descanso para recuperar fuerzas. En estas pausas, consumían castañas tostadas acompañadas de un buen trago de vino. Lo que inicialmente era una necesidad práctica de un grupo profesional específico se fue convirtiendo en una costumbre compartida por la comunidad. Los vecinos se unían a los campaneros en esta colación nocturna, creando así un momento de socialización entorno de una comida sencilla pero energética.
Los panellets: entre la ofrenda a los difuntos y la comida ritual
Con respecto a los panellets, el misterio sobre su origen es todavía mayor. Estos dulces elaborados tradicionalmente con almendra molida y azúcar han experimentado una evolución notable en las últimas décadas, incorporando nuevas variedades y sabores que se alejan de la receta original. En el 2025, las pastelerías catalanas ofrecen más de treinta variedades diferentes, desde los clásicos de piñones hasta propuestas con chocolate, café o frutas.
Les hipótesis sobre por qué comemos panellets por Todos los Santos son diversas. Una de las más aceptadas los conecta con las ofrendas de alimentos que se dejaban a los difuntos para su viaje al más allá, una práctica común en muchas culturas antiguas. La composición de los panellets, con ingredientes que garantizan una larga conservación, refuerza esta teoría: eran alimentos que podían resistir varios días sin ponerse malos, simbolizando así la permanencia y la trascendencia más allá de la vida terrenal.
Otra interpretación los relaciona con las comidas rituales que se celebraban después de la muerte de un familiar. Estas reuniones tenían una función tanto práctica como simbólica: por una parte, permitían a la familia recibir el apoyo|soporte de la comunidad en momentos difíciles; por|para la otra, representaban la continuidad de la vida a pesar de la pérdida. Los panellets, como alimento dulce y nutritivo, eran ideales para estas ocasiones.
La pervivencia de una tradición en la era de la globalización
A medida que nos adentramos en el siglo XXI, la Castañada catalana se ha tenido que adaptar para sobrevivir. La presión de festividades como el Halloween norteamericano ha obligado a repensar como transmitimos estas tradiciones a las nuevas generaciones. Les escuelas catalanas han jugado un papel fundamental en este sentido, integrando la celebración de la Castañada en sus actividades pedagógicas y ayudando así a preservar este patrimonio cultural.
Les estadísticas muestran que el 87% de las familias catalanas mantienen viva la tradición de comida castañas y panellets en torno al 1 de noviembre, según un estudio realizado por el Departamento de Cultura de la Generalitat en el 2024. Esta cifra demuestra la fuerte arraigo que conserva la festividad a pesar de los cambios sociales y demográficos de las últimas décadas.