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La universidad y el mundo laboral, dos grandes retos para los disléxicos

Un 10% de la población sufre esta alteración

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Según cifras del Ministerio de Educación, la dislexia es la causa del 40% del abandono escolar. Varios expertos coinciden en que un 10% de la población sufre esta alteración y por eso es importante atenderlos según sus necesidades, tanto en la escuela como en la universidad. En un sistema educativo como el actual, la lectura y la escritura son pilares básicos para adquirir y transmitir conocimientos. Eso añade complicaciones a las personas disléxicas para poder seguir el ritmo d'estudis.Oferir más tiempo para poder hacer los exámenes, permitir programas de conversión de texto a voz para estudiar o bajar el nivel de exigencia ortográfica cuando se evalúa por vía escrita serían algunas de las recomendaciones que propone Anna López Sala, profesora del master de Dificultades y Trastornos del Lenguaje de la UOC y neuropsicóloga.

Una posibilidad sería modificar los exámenes para este colectivo de estudiantes

«Hacer exámenes orales o utilizar tecnología para pasar de voz a texto son facilidades que podrían ayudar a los disléxicos», añade la experta. La dislexia afecta a la capacidad de aprender a leer y escribir y por lo tanto las personas afectadas suelen hacer muchos errores a la hora de escribir porque los cuesta identificar los sonidos fonológicos y traducirlos en una determinada letra. Este tipo de dificultad puede hacer bajar sus calificaciones académicas. «Una posibilidad sería modificar los exámenes para este colectivo de estudiantes», propone López.

Seguir el ritmo en la universidad

«En la universidad gran parte de la información que se trabaja es accesible mediante la lectura. Las personas con dislexia necesitan mucho más tiempo para leer y poder entenderlo, y eso los dificulta mucho la preparación de clases, actividades y exámenes», afirma Llorenç Andreu, director del master de Dificultades y Trastornos del Lenguaje de la UOC.

El año 2012, la Comisión Técnica de la Universidad y Discapacidad en Catalunya (UNIDISCAT) elaboró un documento con una serie de recomendaciones para atender a las personas con dislexia en la universidad. «Aunque su aplicación no es obligatoria porque sólo es un documento marco aprobado por todas las universidades catalanas, sería bueno que se tuviera más en cuenta», añade Andreu.

La dislexia no es una discapacidad intelectual, pero puede implicar una dificultad en el acceso al aprendizaje

En esta línea, en Catalunya ya se han aplicado algunas medidas para los disléxicos. Como apunta López, «en las PAU ya se ofrece más tiempo para hacer las pruebas y se utiliza un criterio diferente para penalizar los errores ortográficos». Para poder solicitarlo, se tiene que tener el diagnóstico de dislexia y haber tenido un plan individualizado en 1º. y 2º. de bachillerato. «La dislexia no es una discapacidad intelectual, pero puede implicar una dificultad en el acceso al aprendizaje que se tiene que tener en cuenta en las aulas», afirma la experta.

Ninguna barrera en el trabajo

Una vez acabados los estudios, llega la hora de encontrar un trabajo y ser capaz de desarrollarla. Para los disléxicos, las tareas que requieren leer textos son especialmente complicadas, pero como no hay ninguna discapacidad intelectual podendesenvolupar el resto de trabajos sin problemas, afirma López.

Las ayudas tecnológicas que tenemos al alcance permiten que ser disléxico no interfiera de ninguna manera en el desarrollo laboral, personal o social

Es importante detectar esta dificultad de aprendizaje cuanto antes se pueda. Para López, «el problema es que muchas personas no saben que son disléxicas y por lo tanto no se han tratado ni se han tenido en cuenta sus dificultades, y han tenido que bajar sus expectativas profesionales para verse incapaces de poder conseguirlas». Detectarlo pronto permite abordarlo de la mejor manera posible y facilitar la vida de quien sufre dislexia.

Dificultados en la precisión y la fluidez para reconocer palabras escritas; problemas en la descodificación lectora y de deletreo; dificultados a la hora de memorizar secuencias de palabras, dígitos o una lista de instrucciones; transposición de letras a la hora de escribir, y obstáculos de organización y gestión del tiempo, son algunos de los problemas que pueden tener los disléxicos.

López recuerda que «no hay una correlación directa entre el aprendizaje lector y la capacidad intelectual y por lo tanto la dislexia no es una discapacidad intelectual; pero sí que afecta al aprendizaje y por eso los que sufren dislexia necesitan una ayuda educativa adicional».

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