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GASTRONOMÍA AGRICULTURA

El Pirineo experimenta con vinos de altura y los usa como reclamo turístico

Los vinicultores del Pallars celebran la primera Festa de les Noves Anyades en Sort

Los visitantes pudieron tanto degustar como comprar vinos.

Los visitantes pudieron tanto degustar como comprar vinos.M. CODINAS

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La producción de vino de montaña avanza en el Pirineo leridano, que recupera un cultivo que antes de la filoxera estaba muy extendido. También se convierte en un nuevo reclamo turístico. Varias bodegas del territorio celebraron por primera vez ayer en Sort un certamen para dar a conocer sus productos y los maridaron con carne de caza.

Cada vez hay más vinicultores que apuestan por recuperar los viñedos en las zonas de montaña, donde antes de la plaga de filoxera era un cultivo muy extendido. Los dos Pallars suman ya más de una quincena de bodegas, y muchas de ellas celebraron ayer en Sort la primera Festa de les Noves Anyades dels Vins del Pirineu, donde dieron a conocer sus vinos, algunos fruto de experimentar con variedades de uvas foráneas y otras que se habían dejado de comercializar hace mucho tiempo. También acudieron elaboradores de vino de otras zonas del Alt Pirineu y Aran, la Cerdanya, Andorra y Aragón. Sergi Sebastia, uno de los emprendedores detrás del proyecto Cota 730, con viñedos en Rialp, dijo que “queremos dar a conocer lo que hacemos, ya que hay mucha gente que no sabe que hay bodegas en esta zona, y es también una oportunidad para el territorio”.

Por su parte, Josep Rabasa, de la bodega Batlliu de Sort, explicó que “el Pirineo tiene unas condiciones climáticas que resultan cada vez más favorables para la elaboración de vino”, y añadió que “la amplitud térmica entre el día y la noche contribuye a una maduración más homogénea de las pieles y el azúcar, lo que da a los vinos una gran complejidad aromática”. “Ha venido mucha gente de fuera, por lo que es una gran ocasión para reivindicar otros aspectos del territorio a quien quizá vino solo para esquiar”, dijo.Varias bodegas aprovecharon el encuentro para dar a conocer sus nuevos vinos, algunos de los cuales no tenían aún ni etiqueta ni nombre comercial y están aún madurando en barricas. En el caso de la Batlliu de Sort, este es el primer año que venderá vino hecho con garnacha negra.

Por su parte, Enric Vila Corona, de la bodega Vila Corona de Tremp, explicó que “hoy en día casi todo se mueve por internet, y para mí, poder explicar mis vinos en persona es mucho más simpático”. Su bodega, creada hace 27 años, empezó elaborando vinos con variedades de uva autóctonas y tradicionales con las técnicas y los conocimientos actuales. Con el tiempo, apostó por otras foráneas y ya produce unas 60.000 botellas al año con solo 11 hectáreas.

La carne de caza, protagonista de la Festa dels Banuts

Los vinos se maridaron con un menú a partir de carne de caza, ya que el certamen coincidió con la Festa dels Banuts, que quiere popularizar el consumo de este producto. El menú constaba de un arroz con ciervo, fricandó de ciervo con camagrocs y coca de chicharrones de jabalí. Anna Castellanos y Pere Aibar, que asistieron al evento desde Barcelona después de haberlo visto anunciado en la prensa, lo calificaron como “exquisito” y aseguraron que “repetiremos seguro”. Para finalizar la jornada, estaba previsto una cena a 100 manos, donde restauradores de la zona elaboraron distintos platos para medio centenar de comensales en la Borda del Celler Batlliu de Sort.

Una zona con ventajas ante el cambio climático

El cambio climático comportará vinos cada vez más alcoholizados, por lo que la vendimia deberá adelantarse a la maduración de las uvas y esto dará notas no deseadas al vino. En este contexto, la latitud y la altitud suponen ventajas, ya que una mayor amplitud térmica entre el día y la noche favorece una maduración más lenta de las uvas. Otra ventaja que ofrece la altura es que al haber menos humedad, son necesarios menos tratamientos fitosanitarios.

El cocinero Jordi Grau, primer reconocido como ‘Banut de l’Any’

La Festa dels Banuts, que este año celebró su cuarta edición, incorporó como novedad el primer reconocimiento Banut de l’Any, que fue para el cocinero Jordi Grau por su labor en la cocina y la promoción de la carne de caza. Grau, que el año pasado recibió una estrella Michelín como chef del restaurante Ibaya, en Andorra, dijo que “territorios cercanos como los Pallars y Andorra deben ir de la mano para promocionarse” y puso en valor la gastronomía como “una manera de desestacionalizar el turismo en el Pirineo”.

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