El Frontón, corazón del ocio de Lleida
Aunque fue proyectado desde antes de la Guerra Civil, abrió sus puertas en marzo de 1943 || Durante dos décadas el local fue el centro preferido de actividades lúdicas y deportivas

Vista general del Frontón ubicado en General Mola, esquina con Calvo Sotelo.
Ahora que ha bajado la persiana el supermercado que lo ocupaba bueno es recordar lo que supuso para Lleida el denominado “Frontón” que, durante dos décadas, se convirtió en uno de los ejes principales del deporte y del ocio de una ciudad todavía traumatizada por la reciente Guerra Civil.
Oficialmente el Frontón, que ocupaba toda la manzana entre la avenida General Mola (ahora Prat de la Riba) y Calvo Sotelo (Pi i Margall), fue estrenado el 27 de marzo de 1943 con la presencia de todas las autoridades locales encabezadas por el Gobernador Civil y Jefe Provincial del Movimiento, Juan A. Cremades, que poco después sería sustituido en el cargo por José M. Pardo de Santayana y Suárez.

Los pelotaris fundacionales del recinto leridano.
Lo más curioso es que el Frontón comenzó a gestarse antes de la Guerra Civil con un encargo de la Paeria a su arquitecto municipal, Francesc de Paula Morera i Gatell, responsable de obras tan notables como la Casa Magí Llorens, Casa Melcior, el antiguo Escorxador, el Chalet dels Camps Elisis o l’Escola del Treball.
La obra tuvo un presupuesto por encima de los veinte millones de las antiguas pesetas. La estrella del recinto era la pelota vasca con un frontis de piedra que, no de cemento, se hizo popular en poco tiempo y una verdadera invasión de pelotaris vascos hicieron de él su recinto y propiciaron, por ejemplo, la creación del Hotel Lérida, que años después acogería la Clínica La Alianza, o el restaurante Casa Vasca, donde acudían a comer y a cenar a diario.

Un aspecto de las gradas del Frontón.
Pero además de las distintas modalidades de la pelota vasca, el Frontón, de más de 4.000 metros cuadrados, también acogía otras actividades deportivas de incipientes deportes como el baloncesto, el voleibol, el hockey sobre patines o el boxeo y la lucha libre.
Pero además, el recinto ofrecía baile todos los fines de semana, con los Maniáticos del Ritmo, Gran Casino, Blas Wilson o Lluís Rovira como estrellas principales, que en verano se trasladaban a la terraza con iluminación veneciana, como rezaba la publicidad de la época. También contaba con servicio de bar y terraza y de restaurante.
Su amplia capacidad lo hizo ideal para cualquier tipo de acontecimientos culturales, especialmente las fiestas de fin de año, con el cartel de completo y que congregaba a lo mejor de Lleida. Luego, llegó la decadencia hasta su cierre definitivo en 1963, reemplazado por una tienda de muebles.