La residencia de Àger suplió personal con diez voluntarios

Carpa médica. El SEM instaló una carpa junto al CAP de Urgencias de Prat de la Riba para separar a los pacientes con enfermedades respiratorias del resto. Estuvo activa entre julio y noviembre de 2020. - J.M.A

Carpa médica. El SEM instaló una carpa junto al CAP de Urgencias de Prat de la Riba para separar a los pacientes con enfermedades respiratorias del resto. Estuvo activa entre julio y noviembre de 2020. - J.M.A

Vacunas. Punto de vacunación ciudadana en el pabellón del Onze de Setembre, en Lleida ciudad. Entre 2020 y 2024 se administraron 935.000 dosis en las comarcas del llano y 158.300 en el Pirineo. - J.M.A

Campaña de vacunación en la residencia de personas mayores de Àger, en la Noguera.

EPI. El desabastecimiento de equipos de protección individual (EPI) obligó a usar batas hechas con bolsas de basura, sobre todo durante los primeros meses de la pandemia. - MAGDALENA ALTISENT

Calles vacías. El confinamiento causó imágenes insólitas, como la de la calle Major de Lleida vacía y con los negocios cerrados en pleno día. El estado de alarma terminó el 21 de junio de 2020. - JORDI ECHEVARRIA

Enfermeras del CUAP de Prat de la Riba durante la pandemia. - MIREIA BURGUÉS

La residencia de Àger suplió personal con diez voluntarios - COILL

La residencia de Àger suplió personal con diez voluntarios - CCOO

La residencia de Àger suplió personal con diez voluntarios - SEGRE
La residencia municipal de Àger fue la primera de la provincia en la que se detectaron casos de covid. Cuatro de los 33 residentes fallecieron a causa del virus y se contagiaron casi todos los usuarios y trabajadoras. “Éramos más de 20 y solo quedamos unas cinco empleadas, la residencia es muy pequeña y no la pudimos sectorizar bien”, recuerdan Marta Caba (exdirectora y fisioterapeuta) y Montse Domingo (directora y enfermera). Para suplir al personal, el ayuntamiento pidió voluntarios y consiguió a una decena. “Restauradores del pueblo llevaron comida cada día al quedarnos sin cocineros”, ponen como ejemplo. “Tuvimos que aislar a cada anciano en su habituación durante un mes y medio, alucinaban con la situación y sufrimos dos crisis de ansiedad”, lamentan. Sin embargo, “hicimos todas las videollamadas que pudimos con una tablet”, explican. Al ser la primera residencia de la provincia con un brote de covid, destacan que “no teníamos información y las directivas no eran claras, cambiaban cada semana”.
La alcaldesa de Àger, Mireia Burgués, recuerda con orgullo que “los voluntarios reaccionaron muy bien”, pero lamenta que “nos sentimos muy solos a nivel institucional, ni el médico del CAP ni casi nadie quería entrar en la residencia, en el hospital devolvían a los usuarios argumentando que necesitaban esponjar y en las lavanderías no aceptaban la ropa por miedo, los primeros meses fueron muy duros”. Asimismo, Burgués asegura que “después de cinco años no se ha invertido, en la residencia sigue faltando espacio”.
❘ lleida ❘ El coronavirus demostró, una vez más, que las enfermeras son el colectivo sobre el que pivota el sistema sanitario en buena parte. “Siempre hemos tenido el reconocimiento de la población y durante la pandemia fuimos muy valoradas”, afirma la enfermera coordinadora de la UCI del Arnau y secretaria del Colegio de Enfermeras de Lleida (COILL), Anna Teixiné. No obstante, valora que “ahora, cuando las cosas van mejor, cuesta más visibilizar la importancia de nuestro cuidado”. Recuerda que en la UCI atendían a los pacientes más graves que, en muchos casos, tenían que ser intubados. “Todo ello en un escenario en que el mundo entero buscaba recursos materiales y personales en una especie de subasta”, añade. No obstante, explica que el COILL tuvo organizada en solo tres días una red de suministro de los equipos de protección más básicos, como mascarillas, pantallas faciales, guantes, calzado o geles de protección. Y en un mes disponían de líneas de producción de batas homologadas para sustituir a las fabricadas con bolsas de plástico de los primeros días. “Todo ello gracias a la colaboración de empresas y de grupos de voluntarios que cosían o fabricaban los EPI a demanda del colegio, que auditaba las necesidades de más de cincuenta geriátricos de Lleida, así como de recursos propios y campañas de recaudación, como la del Colegio de Médicos”, subraya. Cinco años después, asegura que “estamos mejor organizados y se han creado protocolos que contemplan la situación pandémica como una realidad latente”.
La sanidad privada, por su parte, no fue ajena al impacto de la pandemia. En la clínica Perpetuo Socorro, por ejemplo, “tuvimos que aplazar toda la actividad quirúrgica no urgente menos la oncológica y la programación de consultas, algo que parecía impensable unos días atrás”. Lo explica la enfermera supervisora de los quirófanos del centro, Meritxell Mas, que recuerda que “el departamento de Salud nos derivó sobre todo pacientes paliativos y tuvimos que desdoblar las habitaciones de una planta”. La clínica suele tener 45 camas, pero durante los primeros meses de la pandemia llegó a acoger a más de 60 pacientes. Mas recuerda que “nos instruíamos mutuamente, fue un punto de inflexión en las relaciones entre diferentes categorías y hubo mucha humanidad, lo que contrarestó el sentimiento de rabia y frustración al no poder dedicar todo el tiempo que queríamos a los pacientes por la alta presión asistencial. Faltaban recursos, pero la empresa se volcó y nunca nos faltó un EPI”. Asimismo, celebra que “recibimos muchas muestras de apoyo, visitas y obsequios por parte de la población”.
«El sistema sanitario está ahora mejor preparado»
La delegada de Salud en el llano, Rosa Pérez, y el del Alt Pirineu i Aran, Felip Benavent, coinciden en señalar que ahora el sistema sanitario está en mejores condiciones para afrontar una pandemia. “Estamos mucho más preparados a nivel técnico, científico y social”, dice la primera, y el segundo cree que “hemos avanzado bastante” en el trabajo en red entre hospitales, en profesionales y recursos. Pérez dice que la pandemia “hizo sufrir mucho a la sociedad, pero hay que reconocer la labor de los profesionales sanitarios, que trabajaron al 1.000%”. Indica que “los poderes públicos también se dieron cuenta de su importancia”, lo que ha permitido ampliar la plantilla. La Atención Primaria en Lleida ha ganado 417 profesionales desde 2019 (de 1.176 a 1.592); el Arnau, 661 (de 2.082 a 2.743); y GSS, 216 (de 1.460 a 1.676). Destaca que se han incorporado nuevos perfiles en los CAP, como referentes de bienestar emocional, nutricionistas o fisioterapeutas, y se ha reforzado salud mental. Pérez añade que la digitalización ha dado un gran salto -hay 308.149 leridanos dados de alta en La Meva Salut- y admite un cierto “cansancio” de la población tras las campañas masivas de vacunación, que han llevado a una baja inmunización este año contra la gripe y la covid, por lo que Salud reforzará el envío de mensajes en próximas campañas. Benavent afirma que la pandemia conllevó “un reconocimiento” del papel de los hospitales comarcales, y que ahora hay proyectos de mejora en los cuatro (La Seu, Pallars, Vielha y la Cerdanya). Además, subraya que el Pirineo ha sido la primera región sanitaria en integrar las residencias en la atención sanitaria de los CAP.
«Los dos años más duros de mi vida y de la de muchos»
“Los 4 años como alcalde fueron muy intensos, pero los dos entre 2020 y 2022 fueron los más duros de mi vida y de la de muchos leridanos”, dice Miquel Pueyo, alcalde de Lleida durante una pandemia que impactó especialmente en Lleida y el Segrià, con un segundo confinamiento en el verano de 2020 por la llegada de temporeros de la fruta. Pueyo escribió un dietario con datos del día a día, que depositó en el archivo municipal. Admite que “no estábamos nada preparados” para una pandemia, y agradece la ayuda de la ciudad china de Hefei, hermanada con Lleida, facilitando una primera partida de material como mascarillas y guantes. Pueyo destaca que desde el principio empleados municipales como urbanos, de servicios sociales o del cementerio, entre otros, estuvieron trabajando. Admite que “a los alcaldes nos tocó dar la cara sobre el terreno, cuando la gente estaba nerviosa e indignada”, y recuerda su desencuentro con el President Torra porque le dijo públicamente que debería haber venido a Lleida a anunciar el segundo confinamiento. Está orgulloso de que en plena pandemia su gobierno redujera la deuda de la Paeria y presentara proyectos por un importe de 84 millones para captar fondos Next Generation, que comportaron obras aún en ejecución, como la estación de buses. Y rememora con cariño que el día de Sant Jordi, con todos confinados, decidieron que Lo Marraco diera una vuelta por la ciudad. “Un mando de los Mossos me dijo que creía que las normas del Procicat no lo permitían, pero le contesté que no salía nada sobre animales mitológicos”, relata.