El pirocúmulo de la Segarra, con 19.000 metros de altura, podría ser uno de los más grandes de Europa y del mundo
El fenómeno meteorológico generado por el incendio en Cataluña podría ser uno de los más grandes registrados en Europa, tras arrasar 6.500 hectáreas y causar dos víctimas mortales

La columna de humo del incendio de Granyena de Segarra
Un virulento incendio originado ayer por la tarde en Torrefeta, en la Segarra, se cobró la vida de dos hombres, obligó a confinar a unas 20.000 personas en la Segarra, el Urgell y la Noguera y arrasó una superficie de unas 6.500 hectáreas, según la última actualización. Formó un pirocúmulo de 19.000 metros de altitud en un fenómeno de dimensiones nunca observadas en Catalunya.
Durante su fase más crítica, el incendio avanzó a una velocidad aproximada de 30 kilómetros por hora, superando la capacidad de contención de los equipos de emergencia. La virulencia de las llamas afectó directamente a siete municipios: Artesa de Segre, Ponts, Agramunt, Guissona, Oliola, Sanaüja y Torrefeta, además de Cabanabona y Vilalta. El impacto fue tan severo que el humo y las cenizas llegaron hasta Lleida capital, situada a unos 60 kilómetros de distancia, e incluso alcanzaron territorios aragoneses. Numerosas infraestructuras resultaron destruidas, aunque una oportuna tormenta al anochecer contribuyó significativamente a las labores de extinción.
¿Qué son los pirocúmulos y por qué representan un peligro extremo?
Los pirocúmulos, denominados técnicamente cumulonimbus flammagenitus, son formaciones nubosas que se desarrollan a partir de fuentes intensas de calor como los incendios forestales de gran magnitud. Estos fenómenos meteorológicos pueden generar condiciones extremadamente peligrosas, incluyendo vientos intensos, descargas eléctricas y remolinos de fuego, lo que incrementa exponencialmente la imprevisibilidad y el riesgo asociado a los incendios. En casos extremos, estas formaciones pueden penetrar en la estratosfera, liberando partículas contaminantes que permanecen suspendidas durante periodos prolongados.
Comparativa con otros episodios históricos a nivel mundial
Hasta la fecha, el registro más importante de pirocúmulos se documentó durante los devastadores incendios conocidos como "Black Summer" en Australia entre diciembre de 2019 y enero de 2020. Según investigaciones publicadas en Nature Communications, algunas de estas formaciones alcanzaron altitudes de 16 kilómetros, con vórtices que llegaron hasta los 35 kilómetros. Estos fenómenos generaron más de 30.000 rayos en un breve periodo y provocaron alteraciones meteorológicas significativas, con impactos globales comparables a los de una erupción volcánica de intensidad media, según confirmaron estudios de la NASA.
En el contexto europeo, aunque se han registrado pirocúmulos durante importantes incendios en diversos países mediterráneos, las alturas máximas raramente han superado los 13 kilómetros. Este dato subraya la excepcionalidad del fenómeno observado en la Segarra, cuya altitud de 19.000 metros podría constituir un récord continental.
Un fenómeno cada vez más frecuente debido al cambio climático
La comunidad científica advierte que el calentamiento global está creando condiciones cada vez más propicias para la formación de pirocúmulos de gran magnitud y frecuencia. El verdadero peligro de estos fenómenos no radica únicamente en su espectacularidad visual, sino en su capacidad para intensificar los incendios existentes, generar rayos que pueden provocar nuevos focos y transportar contaminantes tóxicos a grandes distancias, afectando zonas muy alejadas del origen del fuego.