Una defecación en el agua obliga a cerrar temporalmente una piscina pública de Lleida
Varias piscinas han tenido que cerrar por episodios de contaminación fecal. Expertos advierten del riesgo para la salud y la relación con un reto viral que se repite cada verano

Imagen de archivo de una piscina.
Las piscinas municipales de Lleida se enfrentan a un grave problema sanitario este verano de 2025. Este sábado, las instalaciones de Bellver de cerdanya tuvieron que cerrar temporalmente debido a un episodio de contaminación fecal. El viernes fueron dos piscinas de la Cataluña Central (Berga y Sant Joan de Vilatorrada ) las que tuvieron que prohibir el baño en sus instalaciones. Estos incidentes coinciden con la circulación de un polémico reto viral que anima a defecar en piscinas públicas, un fenómeno que comenzó en 2018 y que se repite cada temporada estival. Según los datos disponibles, cerca de 300 piscinas en todo el territorio estatal ya habrían resultado afectadas por casos similares desde el inicio de la temporada de baño.

Imagen del comunicado que el ayuntamiento efectuó a través de redes sociales. - AJUNTAMENT DE BELLVER DE CERDANYA
En Bellver de Cerdanya, el consistorio suspendió temporalmente el baño en la piscina municipal tras detectarse una defecación en el agua que, según han indicado, ha sido provocada por "la actuación incívica de una persona". El recinto permaneció abierto para otras actividades, pero no se permitió el baño y se tuvieron que aplicar los protocolos de desinfección pertinentes.
El fenómeno de los retos virales en piscinas públicas
Actualmente, se desconoce si estos casos tienen relación directa con el reto viral o si se trata de incidentes accidentales. Aunque no se han encontrado vídeos ni imágenes en redes sociales que documenten específicamente estos actos, sí existen publicaciones que hacen referencia al fenómeno, lo que ha disparado las alarmas entre los responsables de instalaciones acuáticas de todo el país.
Este tipo de retos no son nuevos. El primero de ellos surgió en 2018 y desde entonces se ha convertido en un problema recurrente cada verano. Los expertos advierten que estas prácticas, lejos de ser simples gamberradas, representan un serio riesgo para la salud pública. La presencia de materia fecal en agua estancada multiplica exponencialmente la carga bacteriana, pudiendo provocar infecciones gastrointestinales, cutáneas y oculares entre los bañistas.
Protocolo de descontaminación en piscinas afectadas
Cuando se produce un episodio de contaminación fecal en una piscina, el protocolo de actuación obliga a seguir una serie de pasos meticulosos para garantizar que el agua vuelva a ser segura para el baño. En primer lugar, se cierra inmediatamente el acceso al vaso afectado y se procede a retirar cualquier resto sólido mediante herramientas específicas diseñadas para este fin.
A continuación, se realiza una cloración de choque, que consiste en añadir una cantidad elevada de cloro libre residual para eliminar cualquier patógeno potencialmente peligroso. Este procedimiento sigue las directrices establecidas por la Agencia de Salud Pública de Cataluña y otros organismos sanitarios competentes a nivel nacional. La duración de este proceso puede variar considerablemente, desde varias horas hasta días completos, dependiendo del tamaño del vaso, la calidad inicial del agua y la gravedad de la contaminación.
Una vez completada la fase de desinfección química, se procede a realizar análisis microbiológicos exhaustivos para verificar que los niveles de bacterias y otros microorganismos cumplan con la normativa sanitaria vigente. Solo cuando los resultados de estas pruebas son validados por técnicos cualificados, las autoridades pueden autorizar la reapertura de la instalación al público.
¿Qué enfermedades pueden transmitirse por contaminación fecal en piscinas?
La presencia de materia fecal en el agua de las piscinas puede provocar la transmisión de diversos patógenos. Entre los más comunes se encuentran bacterias como la E. coli y la Salmonella, que pueden causar gastroenteritis aguda con síntomas como diarrea, vómitos y fiebre. También existe riesgo de contraer parásitos como el Cryptosporidium y la Giardia, capaces de sobrevivir incluso en aguas con niveles adecuados de cloro.
Además, las aguas contaminadas pueden provocar infecciones oculares como la conjuntivitis, irritaciones cutáneas y otitis externa, popularmente conocida como "oído de nadador". Los expertos sanitarios recomiendan a la población que, ante cualquier sospecha de contaminación, salgan inmediatamente del agua y notifiquen la situación al personal responsable de la instalación.
Las autoridades sanitarias recuerdan la importancia de seguir normas básicas de higiene en piscinas, como ducharse antes de entrar al agua, no bañarse en caso de padecer enfermedades gastrointestinales y utilizar pañales especiales para el agua en el caso de los bebés y niños pequeños que aún no controlan esfínteres.