De Tàrrega a Chiapas para ayudar a los zapatistas a formar maestros
Carlos López, vecino de Tàrrega, recoge en un libro su experiencia de hace 25 años. Su objetivo era capacitar como maestros a la población indígena para educar a los niños refugiados

Carlos López muestra el libro en la terraza del Ateneu de Tàrrega. - LAIA PEDRÓS
Carlos López, historiador autodidacta, es un vecino de Tàrrega que actualmente reside en México. Hace un cuarto de siglo participó durante dos años en Ta spol be: Abriendo camino, un proyecto educativo solidario con población tsotsil (indígenas de Chiapas) desplazada en el Municipio Autónomo Rebelde Zapatista de San Pedro Polhó, que nació tras la matanza en Acteal, en la que en diciembre de 1997 un total de 45 mujeres, niños y hombres fueron asesinados por paramilitares organizados por el gobierno mexicano.
Para conmemorar esta efeméride ha publicado un libro que recuerda el proyecto. Su objetivo era capacitar a los promotores tsotsiles para convertirlos en maestros de los refugiados, especialmente los niños, que sufrían de las estrategias de contrainsurgencia y guerra de baja intensidad implementadas por los gobiernos para limitar e inhibir la expansión de las comunidades base del ejército zapatista.
El libro está distribuido en 14 capítulos escritos por algunas de las personas que participaron e en el proyecto Ta spol be. El apartado de Carlos López se titula Del anarquismo al camino rojo. “En septiembre de 1998 conocí una familia de uruguayos descendientes de Tupamaros, que habían visitado las comunidades zapatistas, levantadas en armas, en el año 1994. Me explicaron sus vivencias y como podía apoyarlas y decidí dejar mi trabajo en la empresa familiar para emprender mi primer viaje a México el 18 de noviembre de ese año”, explica. Su labor allí era ser observador internacional de los derechos humanos, aunque empezó a mantener relación con los impulsores de Ta spol be y en 2001 ya se integró al proyecto educativo, donde estuvo colaborando dos años.
“A la escuela asistían entre 300 y 350 hasta 500 niños y niñas diariamente, dependiendo de factores como el clima, la época de siembra y cosecha y las fiestas”, explica. “Impartíamos tsotsil, matemáticas, español, derechos y cultura indígena”, recuerda. La principal misión del proyecto era “hacer ver a los padres que la educación de sus hijos era prioritaria”, aunque reconoce que “no fue un trabajo fácil por la situación que se vivía en la comunidad con los desplazados y los campamentos dispersos, algunos de los cuales estaban a dos horas caminando”. “Queríamos distraer a los niños, en un principio únicamente dibujaban motivos vinculados a la guerra mientras que, con el paso del tiempo, fueron cambiando y ya dibujaban otras cosas más agradables”, explica.
El proyecto Ta spol be, que estuvo activo unos seis años, fue fundado por dos profesores de la UAM Iztapalapa. Cuando López entró a formar parte de esta iniciativa, su principal función fue habilitar una biblioteca y posteriormente se convirtió en asesor.
Ta spol be consiguió abrir un total de ocho escuelas en San Pedro Polhó, “un pueblo de más de 2.000 habitantes, pero que con los desplazados por la guerra de baja intensidad llegó a tener hasta 12.000 desplazados, instalados en campamentos”, comenta. “La experiencia muy chocante y dura”, reconoce. Además, financiaban el transporte de los niños que ya iban a un centro de educación Secundaria.
López lleva unos meses en Tàrrega para visitar a su familia. En este periodo ha aprovechado para presentar el libro, tanto en la capital del Urgell como en Vilagrassa, y está abierto a organizar presentaciones en otros municipios para dar a conocer el proyecto y el movimiento zapatista. Se trata de un libro solidario cuyos beneficios irán destinados a otros proyectos de características similares.