INFRAESTRUCTURAS
El karma del pantano en la Conca de Tremp y en el Mig Segre
Los proyectos de riego del Pirineo cierran heridas abiertas desde que el llano y la ciudad progresaban a costa de la montaña. La Generalitat salda en el Pallars la deuda que La Canadiense contrajo hace un siglo y conjura el fantasma de Els Tres Ponts en Organyà

Estos tubos forman parte de la tubería presurizada de dos km que llevará agua del embalse de Sant Antoni al riego de la Conca de Tremp.
Puede un pantano tener karma, la supuesta fuerza cósmica de retribución del daño? Quizás haya que empezar a creer que sí cuando en la Conca de Tremp y en el Mig Segre van tomando forma varios proyectos que, sin ser ése su fin principal, mitigarán las heridas que desde hace ya más de un siglo fue abriendo en el país aquella despiadada política hidráulica que canalizaba desarrollo económico hacia el llano y la ciudad a costa de la montaña.
La conselleria de Agricultura tiene en marcha cuatro proyectos de regadío en el Pirineo de Lleida que afectan a casi 6.000 hectáreas. “Tenemos el encargo del president de modernizar la mayor superficie de regadío posible”, explica Xavier Gispert, director general de Riegos y Espacios Agrarios. La previsiones apuntan a invertir 110 millones de euros en 15 años.
Está en estudio modernizar tres riegos tradicionales: 217 ha de la comunidad de Angostrina, en Llívia; otras 987 en el Canal de l’Olla i Segalés y en la Margen Izquierda del Urgellet, en Alàs i Cerc, Ribera d’Urgellet y La Seu, y 167 más en Las Huertas de Organyà, que capta sus aguas del Segre, y en al canal de La Font de la Bordonera.
Estas dos últimas actuaciones tienen un significado especial: se localizan en un municipio que durante décadas, y hasta su descarte por la opción de Rialb para reforzar el suministro del Canal d’Urgell y construir el Segarra-Garrigues, vivió la amenaza de la inundación por la presa de Els Tres Ponts, algo que cortocircuitó las iniciativas de desarrollo. “Se ha hablado de hacer algo para ordenar el uso del agua y evitar las pérdidas del canal”, explica el alcalde, Celestí Roca.
La actuación de mayor envergadura se localiza en la Conca de Tremp, donde se está instalando una tubería presurizada de dos kilómetros para llevar el agua del embalse de Sant Antoni. “Al mismo tiempo se está trabajando en la redacción del proyecto constructivo actualizado para ampliar y modificar el regadío” de esa zona, explican fuentes de Agricultura. “Este proyecto contempla la definición y valoración de la red primaria de la margen izquierda revisando propuestas previas con un dimensionamiento más actual”, añaden. Se trata de regar, entre consolidaciones y ampliaciones, 4.600 ha de un millar de propietarios en Castell de Mur (665), Gavet de la Conca (703), Isona i Conca Dellà (853), Llimiana (410), Talarn (883) y Tremp (1.149).
La obra llevaba parada desde 2015, aunque en realidad el retraso del proyecto ronda el siglo. “Ha costado diez años retomar una obra que para nosotros es importante. Además, es más ambicioso que la que incumplió La Canadiense”, señala Sílvia Romero, alcaldesa de Tremp. Era una de las compensaciones por el impacto territorial y social del pantano de Sant Antoni (Salàs y Aramunt perdieron cerca de 400 habitantes) que se comprometió a ejecutar la empresa eléctrica en 1912 pero que nunca acometió.
“El regadío crea posibilidades. Tenemos el agua y hemos de aprovecharla. Se abren expectativas de más producción con menor consumo, ya sea con segundas cosechas de cultivos tradicionales o con nuevos vegetales”, anota Romero. Hay en marcha algunos estudios “sobre cultivos y rendimientos, para ver cuáles son susceptibles de incorporarlos a la zona regable, que se prevé que vaya creciendo conforme se vaya alcanzando la cifra del 70% de las adhesiones en cada sector”, añade.
Al margen de todo lo anterior, a ningún observador del mundo agrario se le escapa que el desarrollo de los regadíos en el Pallars y l’Alt Urgell tiene un marcado carácter estratégico en un contexto de cambio climático en el que las temperaturas comienzan a hacer inhóspito el llano para un número creciente cultivos, en el se está produciendo una migración de otros como la viña y la fruta de pepita a áreas de media montaña que les garantizan las horas de frío necesarias para su desarrollo y cuando el avance del monte y la intensidad de los incendios piden a gritos un cambio en los mosaicos agroforestales.