Más de 375 años de sabiduría: cuatro vecinos de entre 87 y 98 años se reúnen cada día en un bar de Tàrrega
“Antes éramos más, pero algunos ya se han ido”, apuntan

Jaume Serra, Francisco Segarra, Aurora Sala y Rosita Purgimon con Àngels Pedrós, responsable del bar. - LAIA PEDRÓS
Cuatro vecinos de Tàrrega suman más de 375 años de vida y cada mediodía se reúnen fielmente en el bar Ca l’Àngels de Tàrrega. Allí, entre cafés, infusiones y alguna copa de cava, comparten un par de horas de charla y compañía. Son Jaume Serra (87 años), Francisco Segarra (97), Aurora Sala (97) y Rosita Purgimon (98). Algunos con bastón o scooter eléctrico, otros aún con paso firme, pero todos con una energía y una lucidez que contagian.
Hace casi una década que mantienen esta cita diaria. “Antes éramos más, pero algunos ya se han ido”, apuntan. Aun así, ellos siguen reuniéndose con la misma ilusión. Han hecho del bar su rincón de encuentro, su pequeña plaza de pueblo dentro de la ciudad. Allí los conocen todos. Su grupo tiene incluso nombre: la cuxipandi. “Hablar y reír es lo que nos mantiene vivos”, destacan. Las conversaciones fluyen naturales: “Repasamos la vida, contamos anécdotas y hablamos especialmente sobre cómo eran las cosas en el pasado. De política no, de eso no queremos saber nada. Tampoco criticamos a nadie. Hablamos de cosas positivas, que ya bastante hay de lo otro”, afirman.
En esas tertulias se mezclan la memoria y la sabiduría de casi un siglo. La conversación se alarga hasta que el reloj marca la hora de volver a casa para comer. “Es el momento alegre del día. Venir aquí y vernos. Todos lo esperamos con ganas”, indican. En el bar Ca l’Àngels no arreglan el mundo, aunque ellos bromean diciendo que lo intentan. “Eso sí, a veces lo acabamos de estropear un poco”, destacan entre risas. Pero en el fondo, su charla diaria es un pequeño acto de resistencia frente a la soledad y al silencio. Una manera de mantener viva la memoria de Tàrrega, contada con humor, ternura y unos cuantos años de experiencia a cuestas.