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Lleida ultima su campaña de la fruta más difícil pese a gestionar menos temporeros

En el punto álgido de la temporada, ha habido un millar de afiliados menos a la Seguridad Social || Unas diez mil personas están aún empleadas en la recogida y manipulación en Pla, Noguera y Urgell

Imagen de trabajos de recolección de manzanas el pasado jueves en una explotación de Bell-lloc d’Urgell.

Imagen de trabajos de recolección de manzanas el pasado jueves en una explotación de Bell-lloc d’Urgell.JOAN GÓMEZ

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La de este verano está siendo la campaña de la fruta más atípica y difícil que vive el sector de la provincia de Lleida. La lucha contra la pandemia ha disparado los costes de recolección en unos 3.000 euros por explotación, como ha publicado SEGRE, y ha multiplicado los problemas para los agricultores y los municipios frutícolas. Todo a pesar de que la caída de la producción se ha traducido en una menor necesidad de mano de obra a gestionar tanto en las fincas como en las centrales. El pasado mes, en pleno pico tradicional de contrataciones, la afiliación a la Seguridad Social reflejaba un millar de cotizantes menos que el año pasado en el régimen especial agrario como asalariados.

En estos momentos, la presión laboral ha bajado y si se calcula que por la campaña pueden pasar en algún momento hasta 30.000 o incluso 35.000 personas, dependiendo de los años, ahora estarían trabajando del orden de 10.000. El adelanto de la maduración de muchas variedades de la fruta dulce que se cultiva en Ponent se ha traducido que muchos payeses han terminado ya su trabajo con unos 15 días de adelanto con respecto a otros años. De hecho, ahora la campaña se concentra en las comarcas del Pla d’Urgell, el Urgell y la Noguera, en especial con la recogida de la manzana. La producción de fruta de hueso tardía es muy baja y está registrando repuntes de precios en los mercados.

La superficie productiva de peras en la provincia de Lleida se ha incrementado un 3% este año

En este contexto, la situación de la campaña y su gestión en materia laboral tiene poco que ver con los problemas a los que se tuvo que enfrentar en especial el Baix Segre en los primeros compases de la campaña. Como ha dicho el alcalde de Acarràs, Manel Ezquerra, en buena medida se han sentido “conejillos de indias” en la lucha contra la Covid. Los municipios que están viviendo hoy la campaña cuentan con la experiencia del Baix Segre, donde los ayuntamientos se han gastado 600.000 euros solo en preparar instalaciones para el aislamiento de personal en caso de que fuera necesario en plena pandemia. Pero también tienen a su favor que la presión por número de personas trabajando es muy diferente. Buena parte de los temporeros que estaban en Lleida en julio o agosto ya han dejado Ponent para emplearse en otras campañas. La vendimia asume buena parte de esta mano de obra y después llegarán otras como la de los cítricos o la olivarera en diferentes puntos del Estado.

Mientras, los payeses aún desconocen los precios a los que cobrarán su fruta y son muchos los que temen que será difícil alcanzar una rentabilidad digna. La combinación de baja producción e incremento de costes puede hacer difícil un año más que consigan cerrar cuentas con buenos resultados.

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