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EN PRIMERA PERSONA

«El día que los niños se den cuenta de lo que pasó realmente será horroroso»

Lucía García. Su hija fue asesinada en 2015

«El día que los niños se den cuenta de lo que pasó realmente será horroroso»

«El día que los niños se den cuenta de lo que pasó realmente será horroroso»

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Los hijos de Mónica Pérez, la última víctima mortal de la violencia machista en Lleida, tienen hoy tres y cuatro años. Aquel día de marzo de 2015 en que la asesinó su padre, Pastor José Romero, condenado hoy a 17 años de cárcel, acababan de cumplir uno y dos años. “Es una pena enorme que se queden huérfanos por una cosa así”, explica Lucía García, la madre de la joven asesinada en el barrio de la Mariola y que tiene a su cargo, en acogida permanente, a los pequeños. La niña ni siquiera puede recordar a Mónica, pero el niño sí. “Todavía pregunta por su madre y por cuándo va a volver. Es muy duro, durísmo”, reconoce Lucía.

Nada ha sido en su casa fácil desde aquella fatídica tarde en que Mónica, que entonces solo tenía 24 años, recibió dos tiros por la espalda que acabaron con su vida. “El niño ha sido consciente de los malos tratos que sufría su madre. Reproducía delante de mí agresiones. Sabe que su padre le ha hecho daño a su madre”, asegura Lucía. Por eso, el pequeño, que mostraba rechazo a la figura paterna, conductas agresivas y sufría muchas pesadillas, está desde entonces en tratamiento psicológico. La guardería y el colegio a los que acuden son hoy el día a día de los hijos de Mónica, que viven con sus abuelos maternos desde entonces y lo hacen lo más ajenos posibles a una tragedia que marcó y marcará sus vidas para siempre.

“No me da miedo que llegue el día en el que tenga que explicarles todo. Pero sé que cuando se den cuenta de lo que pasó realmente será horroroso”, asegura Lucía. Mientras, ella se desvive por ejercer de madre, de abuela y de todo lo que haga falta por esos niños. “Yo intento hacerlo lo mejor que puedo y sé que tendrán una buena vida, pero yo no soy su madre ni puedo darles lo que ella les daba y les hubiera dado. La adoraban y se la arrebataron”, dice resignada.

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