Superar las drogas en grupo

El próximo mes se abrirá otro en Lleida ciudad y los organizadores se han marcado el objetivo de crearlos también en Mollerussa y Tàrrega. De esta forma, evitarán que, como se veían obligados hasta ahora, los leridanos interesados en recibir este tipo de ayuda tengan que desplazarse a Barcelona, Reus o Zaragoza. Al respecto, el coordinador del centro de Cervera confía en que los grupos vayan ganando usuarios y tengan suficientemente fuerza para seguir. Y es que esta organización se autofinancia sin ningún tipo de subvención pública. Ellos mismos recolectan lo que pueden en cada reunión para pagar los gastos de alquiler, la literatura propia y los desplazamientos.

En estos grupos, se reflexiona sobre los valores que se han dejado a un lado a causa de la adicción y las inquietudes personales. Para sobrellevarlo, siguen el programa de los 12 pasos y se toma la conciencia de que la adicción es una enfermedad mental y que deben aprender a gestionar la obsesión por consumir. “Estos principios se deben aplicar en el día a día, aprender a controlar las emociones para evitar recaídas. Pero si recaes, no pasa nada, vuelves a empezar. El objetivo es tener una vida normal”, señala Ricard.

“Cuesta reconocer que eres un adicto fuera del grupo” Las personas que asisten a las reuniones son de toda clase y condición. Aquí no hay discriminación de ningún tipo. Todos ellos saben que consumen drogas, pero muchos no reconocen que tienen una enfermedad hasta que escuchan la experiencia de otros. “Cuesta reconocer que eres un adicto fuera del grupo. Cuando consumes te da igual todo y solo pienses en encontrar dinero de la forma que sea. Si tienes que robar, pues lo haces. Crees que eres un degenerado, no un adicto. Y cuando llegas al grupo y escuchas a los demás te das cuenta de que eres un adicto”, explica Ricard, exdrogadicto y asistente a los grupos. Algunos asisten durante años a estas reuniones mientras consumen drogas. “Al final llega un momento que lo dejan, cuando se dan cuenta de que tomar sustancias no te lleva a ninguna parte”, señala. La diferencia de un centro, añade, es que aquí no se expulsa a nadie por consumir. “Cuando peor está una persona es cuando más necesita ayuda. Le escuchamos y le acompañamos”, dice. “Al llegar al grupo te sientes identificado con las experiencias de los otros e inicias un proceso. Yo llevo limpio 15 años y voy por el cuarto paso. Cada uno controla la obsesión a su manera”, destaca. El grupo de Cervera se reúne los sábados de seis a siete y media de la tarde.