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Pros y contras de liberar las patentes de las vacunas anti-COVID-19

Expertos en patentes y bioética de la UOC aportan argumentos al debate actual

Una dosis de la vacuna de Johnson & Johnson.

Una dosis de la vacuna de Johnson & Johnson.EFE

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Las vacunas contra la COVID-19 se han convertido en la mejor herramienta en la lucha contra la pandemia. No obstante, la capacidad de producción de las compañías que han desarrollado las diferentes vacunas a escala mundial no es suficiente para proveer una demanda global. Además, la complicada situación de la pandemia en países como la India ha propiciado que cada vez sean más los países que reivindican que se aplique una exención temporal sobre los derechos de propiedad industrial de las vacunas y se liberen las patentes.

Incluso el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, inicialmente reticente al hecho de liberarlas, ha cambiado de posición las últimas semanas y ha dado apoyo, de esta manera, en otros países a favor de esta medida, consciente de la necesidad de agilizar el ritmo de producción de vacunas. Este nuevo escenario ha abierto un debate arduo entre los países que dan apoyo a esta medida y los que defienden que las patentes son un instrumento clave para monetizar el conocimiento, así como el riesgo y la incertidumbre que asume la industria farmacéutica al investigar y desarrollar estas vacunas. "Nos encontramos ante un debate muy complejo porque se trata de conciliar intereses inicialmente contrapuestos como son la salud pública global para poner fin a la pandemia y los intereses comerciales que tienen las farmacéuticas", detalla Fabiola Leyton, profesora colaboradora de los Estudios de Derecho y Ciencia Política de la UOC y experta en bioética, quien|quién incide en el hecho de que sea cuál sea la decisión de que se adopte "generará un escenario incierto".

Capacidad limitada de producción

Las patentes otorgan un derecho exclusivo, durante veinte años, al titular, lo cual impide que otros fabriquen o comercialicen el objeto de la patente sin su consentimiento. Por lo tanto, la patente sirve de reconocimiento a la tarea y el esfuerzo d'R+D por parte de una empresa por generar nuevas soluciones innovadoras que permitan solucionar problemas técnicos, como pasa en el caso de las vacunas contra la COVID-19. "El problema actual es que las empresas que han patentado las vacunas no cumplen los acuerdos de entrega de las dosis acordadas y no cumplen la producción prometida, lo cual provoca retrasos en la posibilidad de vacunar y en la lucha contra la pandemia", recalca el médico Oriol Yuguero, profesor colaborador de los Estudios de Ciencias de la Salud de la UOC y experto en bioética.

De la misma manera, variantes actuales se pueden atajar con las vacunas disponibles, pero si no se pone freno a la pandemia, el futuro será incierto. "Pueden aparecer nuevas mutaciones, lo cual pone en riesgo nuestra capacidad de poder controlar la infección, hecho por|para el cual tenemos que tener una visión global," añade Yuguero. De esta manera, a priori, todo indica que la licencia obligatoria o la liberación de las patentes podría ser la solución con la cual se podría aumentar el nivel de producción de vacunas y, de esta manera, garantizar el acceso a la población.

No obstante, no hay certezas que con la licencia obligatoria se resuelva el problema de producción a corto plazo. "La puesta en marcha de la fabricación de las vacunas requiere, por parte de los que asuman este reto, conocimiento sobre tecnologías nuevas, como el ARN mensajero, así como infraestructuras habilitadas para que esta producción tenga lugar con todas las garantías", según explica Mercedes Avilés, profesora colaboradora de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC, agente de la propiedad industrial y experta en patentes. Además, esta experta añade que la exención temporal de derechos sobre la vacuna "podría llevar el titular de la patente a no recuperar la inversión hecha en el desarrollo de la vacuna y a la obligación de tener que compartir know-how con terceros, lo cual podría traducirse en una pérdida de competitividad para el primero," incide Abulense.

Por otra parte, no hay que olvidar que algunas empresas farmacéuticas ya han alcanzado acuerdos de colaboración con otras compañías y estados, pero no se fabrican vacunas al ritmo que se piden. "Para llegar a unos niveles óptimos de seguridad contra el coronavirus, al menos un 70% de la población mundial tendría que estar vacunada, por|para lo cual mientras haya países que no tengan acceso a vacunar la población no abordaremos el problema, y las desigualdades se acentuarán", explica Leyton.

Otro de los aspectos que hay que tener en cuenta es que una parte importante de los fondos destinados a la investigación|búsqueda y el desarrollo de estas vacunas contra la COVID-19 se han financiado con recursos públicos. "Hay que tener esta cuestión muy en cuenta porque tendría que haber un retorno y una participación finalmente en los derechos de propiedad intelectual o al menos en los beneficios que surgen de esta financiación pública", asevera a la experta en bioética.

Merma en l'R+D de la industria farmacéutica

Por otra parte, la industria farmacéutica es uno de los sectores que invierte más en el desarrollo y destina una parte importante de los recursos a la investigación|búsqueda. La liberación de estas patentes podría sentar un precedente en relación con el desarrollo de nuevas vacunas o fármacos no sólo contra la COVID-19, sino también contra enfermedades que originaran nuevos problemas de salud pública. Este nuevo escenario podría disminuir la motivación de la industria farmacéutica para lanzar nuevas líneas de investigación|búsqueda con las cuales poder dar solución a estos problemas.

De esta manera, renunciar a proteger la propiedad industrial durante esta emergencia pública global puede comportar un desincentivo de las empresas, así como en el desarrollo de otros medicamentos. "No obstante, liberar las patentes de las vacunas anti-COVID-19 actualmente tiene que ser un imperativo de justicia distributiva", esgrime Leyton. En este aspecto, las instituciones reguladoras y los estados tienen que trabajar para alcanzar un acuerdo para diseñar otros escenarios en que liberar las patentes no comporte un freno al desarrollo y la investigación|búsqueda de nuevos fármacos.

Y, de esta manera, poner en marcha mecanismos de compensación para estimular la innovación y el desarrollo de nuevos fármacos cuando pase esta pandemia o para situaciones futuras. "Tenemos que empezar a tener esta visión de intentar poner soluciones que sean globales. No podemos pretender controlar esta pandemia mientras tengamos países en vías de desarrollo que no puedan vacunar la población, una situación que pondrá en riesgo el control de la infección. Debemos al servicio público este conocimiento para que se pueda hacer la producción de la vacuna y aumentarla", concluye Yuguero.

Argumentos a favor de liberar las patentes

• La pandemia representa un problema de salud pública mundial.

• Falta de capacidad de producción de vacunas ante la demanda, por parte de los titulares de las patentes.

• Financiación pública para desarrollar algunas vacunas contra la COVID-19.

Argumentos en contra de liberar las patentes

• Una merma en los titulares de las patentes para monetizar su inversión en R+D en relación con la vacuna.

• Fuerte inversión en equipos altamente calificados e infraestructuras, así como en tecnologías emergentes, por parte de los que decidan asumir la fabricación de las vacunas.

• Un precedente con respecto a posibles nuevas soluciones que puedan surgir para combatir la COVID-19.

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