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El nivel de los alumnos de las escuelas rurales, más alto que la media catalana

Entre medio y dos puntos más en catalán, castellano y ‘mates’ en sexto de Primaria

Los 4 alumnos, con la maestra y parte de sus progenitores.

Los 4 alumnos, con la maestra y parte de sus progenitores.CYNTHIA SANS

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Lleida tiene 31 Zonas Escolares Rurales compuestas por más de un centenar de colegios y 10 diez escuelas incompletas. Escolarizan en total a 4.500 alumnos de P-3 a sexto de Primaria, que comparten aula pese a tener distintas edades. Ofrecen formación casi personalizada y su nivel educativo es hasta dos puntos superior que la media catalana.

La provincia de Lleida concentra la mayoría de escuelas rurales de Catalunya, centros con pocos alumnos (incluso solo 4) que comparten aula pese a tener diferentes edades. En concreto, hay 106 colegios agrupados en 31 Zonas Escolares Rurales (ZER) con 3.671 alumnos de P-3 a sexto de Primaria, más 10 escuelas incompletas (no forman parte de ninguna ZER) con 900 niños. En el conjunto de Catalunya hay 84 ZER (271 colegios con 10.370 alumnos) y 61 escuelas incompletas con 6.254 niños. Carme Ortoll, directora general de Educación Infantil y Primaria, destacó la ventaja que supone una atención más personalizada al haber pocos alumnos. Y eso se traduce en un mejor rendimiento académico, según indican las pruebas de sexto de Primaria, en las que están dos puntos por encima de la media catalana en matemáticas, y entre medio y uno en catalán y castellano. En inglés, las calificaciones son las mismas. No obstante, Ortoll apuntó que al ser pocos niños los resultados varían mucho de año a año. Por ejemplo, en el curso 2014-2015 los alumnos de centros rurales obtuvieron una puntuación de 77,3 en catalán, frente al 75,5 del global de Catalunya, y en matemáticas, 84,1 y 81, respectivamente. El coordinador del Secretariat de l’Escola Rural de Catalunya, Miquel Payaró, corroboró este nivel “un poco superior” y apuntó un debate sobre si se debe a la metodología o al bajo número de alumnos.

Por contra, algunos de estos centros, los más pequeños, tienen problemas para sobrevivir, y algunos acaban por cerrar. El último fue el del Cogul.

La directora general recordó que en 1988 la Generalitat publicó el decreto de constitución de las ZER reconociendo la singularidad de los centros rurales y con el objetivo de que compartieran proyecto pedagógico y recursos. Sin embargo, apuntó que son “las escuelas de pueblo de toda la vida y en 1903 los maestros de Lleida y Girona ya se reunían para intercambiar experiencias”. Considera la formación que ofrecen como un “espejo” para el resto de centros porque se basan en el trabajo competencial y los alumnos son los protagonistas, aspectos que Enseñanza impulsa como innovación educativa. Destaca que la relación entre maestros y familias es muy próxima, igual que con el pueblo en general, y subraya el compromiso de los docentes y la implicación de los ayuntamientos, “los primeros interesados en que se mantengan ya que son el corazón del pueblo”. Para crear ‘cantera’, Enseñanza facilitó que incorporaran guarderías y ha sido un éxito. Empezaron 4 el curso pasado ahora ya son 21 y está previsto ampliarlas.

Por otra parte, Payaró destacó que los colegios rurales gozan de una buena consideración “cuando antes era lo contrario”. En función de su número de alumnos, tienen más recursos que una convencional, y la organización en ZER permite trabajar en equipo y disponer de maestros de especialidades como música, educación física o inglés. Asimismo, destacó que facultades de Educación como la de Lleida han empezado a facilitar formación específica sobre estos centros. También admitió como puntos débiles el deficiente estado de muchos colegios, la necesidad de extender la formación específica a maestros o el hecho de que alumnos de ciertos cursos solo pueden relacionarse con otros de su edad en las actividades conjuntas de la ZER. No obstante, ve el futuro de estos centros “garantizado”.

“Somos tan pocos que hacemos clases casi particulares”Àgueda Betriu es la directora y maestra de la escuela rural Sant Esteve de Alàs, que con solo 4 alumnos, es el centro que tiene menos este curso en Lleida. Señala que no tiene un momento de descanso durante la jornada, que en su mayor parte pasa sola con los cuatro niños, de entre los 3 y 5 años. Considera que que este tipo de aprendizaje tiene más ventajas que inconvenientes. “Somos tan pocos que hacemos clases casi particulares”, explica. “En mi opinión -afirma- la escuela rural es un éxito, conseguimos un vínculo muy importante entre alumnos, familias y entorno”, y añade que hacen numerosas actividades con las familias. Sobre las desventajas, subraya la lucha por tener suficientes alumnos. Y es que la continuidad de la escuela el próximo curso estuvo en riesgo, y finalmente se salvó con la incorporación de 4 niños. Betriu también indica que carecen de actividades extraescolares y cree que hacen faltan más recursos. Por su parte, Alba Navas, madre de dos alumnos, cree que este tipo de centros son “más enriquecedores”. “Mientras el alumno pequeño escucha a la profesora cuando explica materias de cursos superiores, el mayor recuerda los contenidos cuando explica las de cursos inferiores”, opina, y dice que es una enseñanza “más participativa y activa”.

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