40 años de patronal hostelera

En octubre de 1978 y tras años de planificación y negociaciones se creó la Federación de Hostelería de Lleida. Nació con poco más de 150 socios y dividida entre hosteleros y restauradores. Cuarenta años después se ha convertido en una de las entidades más prestigiosas del sector hostelero estatal tanto por su innovación como por su gran crecimiento.

La Federación de Hostelería está de celebración. Mañana conmemora el 40 aniversario de su constitución cuando se creó con poco más de ciento cincuenta asociados. Ahora cuenta con más de setecientos y tiene como retos para el futuro subirse al caballo de la innovación y la modernización del sector a la vez que promueve la formación de jóvenes hoteleros y restauradores. Para conocer sus orígenes hay que remontarse más allá de su fundación en 1978. Un par de años antes, un grupo de restauradores y hoteleros de la provincia empezaron a tantear la posibilidad de establecer una federación del sector de la hostelería más allá del Sindicato Vertical que había durante la dictadura. “Antes de la federación conformamos un gremio pero no estaba legalizado ni nada”, cuenta Josep Maria Rubio, restaurador y miembro de todas las juntas directivas de la federación. “En aquel momento el país se estaba abriendo al mundo y empezaba a haber actividad y decidimos crearla con el objetivo de contar con una entidad que representara los intereses del sector, aunque la mayoría de los federados no sabían muy bien las funciones de una federación. La gente se inscribió por el sentimiento de unión y de asociacionismo que había en el sector. Recuerdo que nuestra primera sede en Lleida estaba al lado de un callista”, rememora Rubio. El primer presidente de la historia de la federación fue Alfredo García Castellón, que dirigió la entidad hasta 1984, cuando le sucedió Francesc Morera, y tres años más tarde la federación pasó a ser dirigida por una comisión gestora. “Los años iniciales fueron muy duros tanto en términos económicos como internos, ya que estábamos en proceso de juntar las dos ramas que componía la federación (hostelería y restauración) en una sola y queríamos afianzar lazos con los hosteleros del Pirineo y la Val d’Aran. Por eso, una de las tradiciones que siempre se ha respetado es que el presidente de la federación debe ser un hostelero y de comarcas, no de Lleida ciudad, porque así se tiene la doble visión de hostelero-restaurador y tiene la visión del conjunto de la provincia, no solo de la capital. Incluso la inauguración de la federación en el 78 fue en Balaguer para hacer valer esta característica”, destaca Rubio. A raíz de todos estos problemas, en el año 1987 se decidió unificar las dos ramas de la federación en una sola y destituir al presidente para instalar una comisión gestora que se encargaría de solucionar de forma inmediata los problemas económicos de la federación. “El unificar la entidad y la llegada de la junta fueron los dos puntos de inflexión para nosotros, porque a partir de allí sentamos las bases de la futura federación que queríamos y el tiempo nos ha dado la razón con tomar esas decisiones”, explica Rubio. Contratar a un gestor, modernizar la institución y apostar por los programas de formación fueron sus ejes centrales y, a los pocos años, la federación estaba con las cuentas saneadas y formando a los futuros hosteleros de Lleida. En 1988 se organizó el primer concurso de Joves Cuiners, al año siguiente promocionó la construcción de la escuela de Hostelería de la Caparrella y en los años 90 se convirtió en la federación de hostelería con más personal de todo el Estado y una de las de más prestigio.

Ahora, con una federación consolidada y con más de setecientos socios, los retos más inmediatos de la entidad son “casi los mismos que se fijaron en aquella junta directiva: formación, promoción e innovación”, dice el secretario general de la federación, Ramon Solsona. “Promoción turística, innovación tecnológica para hacer más atractivo el sector y crear continuidad para que la hostelería tenga futuro, formación a futuros hosteleros y defender los intereses del territorio allá donde haga falta. En ello estamos y seguiremos centrándonos el máximo de años que podamos”, concluye Solsona.

El punto de inflexión de la federación fue en 1987, cuando se unificó el sector hostelero y de restuaración

¿Cuál diría que es el principal valor que aporta la federación?

La seguridad de estar bien informado, asesorado y representado en los principales campos del negocio y la sensación de unión que genera.

¿Los apartamentos turísticos son una amenaza para el sector?

Es más competencia desleal que amenaza. Desde las federaciones pedimos que los establecimientos turísticos tengan la misma regulación, solamente eso.

La federación criticaba antes que Lleida quedaba apartada de las promociones turísticas de Catalunya. ¿Cree que sigue siendo así?

Este es uno de los motivos por los que está la federación. Promocionar el territorio y el sector y creo que en los últimos años hemos minimizado estas diferencias y se ha puesto en el foco turístico la Catalunya interior y el Pirineo.

¿Qué retos debería fijarse la entidad de cara al futuro?

Hemos pasado una etapa de gran crecimiento y ahora debemos mirar más allá. Nuestras próximas metas son ser el interlocutor entre empresario y administración, formar a jóvenes y defender el territorio.

De la unión de los sectores hasta la creación de app Los logros y metas que la Federación de Hostelería ha conseguido en sus 40 años de historia van desde la unificación del sector restaurador y hostelero hasta el diseño de aplicaciones móviles para promocionar el territorio y a sus asociados. La entidad también ha sido clave en la promoción de programas de formación de jóvenes y en la negociación de convenios laborales y con los gremios.