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Como todos sabemos, desde el pasado día 12, las empresas están obligadas a registrar los horarios de entrada y salida de sus empleados. Antes de llegar a la fecha de aplicación, las empresas han estado “bombardeadas” con mensajes de Consultoras recordándonos la importancia del capital humano y que en muchos casos el personal es el principal coste de la empresa, para acabar ofreciéndonos sus herramientas para el control del horario de presencia (huella digital, tarjetas, reconocimiento facial o contraseñas) conectados al sistema informático o al móvil, y generando informes relacionados con el absentismo o la productividad. A la mañana siguiente de la entrada en vigor de la citada obligatoriedad, la ministra de Trabajo, Magdalena Valerio, lanzaba también su mensaje a las empresas, lamentándose de que estas no se “han tomado en serio” la entrada en vigor del registro de jornada, para añadir a continuación que “la Inspección de Trabajo” actuará dando un margen de maniobra. En definitiva, que todo el mundo está ocupado y preocupado por el tema.

¿Quién paga el tabaco de los fumadores?

El Ministerio de Trabajo aconseja a las empresas que además de registrar el inicio y el final de la jornada, también lo hagan con todas las pausas, incluidos los paros destinados al café o fumar un cigarrillo. En las cadenas de producción, los tiempos asignados para la realización de una operación de trabajo se han calculado teniendo en cuenta unos coeficientes de descanso que responden a la necesidad física y psicológica para recuperarse del esfuerzo y de la monotonía que cada trabajo pueda comportar. En los trabajos de oficina y de despacho, si bien es cierto que algunos fumadores dejan el puesto para hacer un cigarrillo, parece excesivo someterlos a un mayor control que al resto, y sí parece aconsejable confiar en la autonomía y en la responsabilidad como el mayor medio de control de la eficiencia en el trabajo de las personas sean o no fumadoras.

Recordando a Punset

Decía nuestro ya recién desaparecido, admirado y a la vez inmortal, Eduard Punset,

que en el futuro lo importante no será el hecho de redistribuir la riqueza como lo fue en el pasado, sino redistribuir el tiempo. Él, que más que nadie fue capaz de acercarnos la ciencia a todos, que empezó a hablarnos de Redes cuando algunos las únicas redes que conocíamos eran las de pesca, nos deja un legado de conocimientos y de pensamientos aplicable al trabajo o a cualquier faceta de la vida. Trabajador incansable, recuerdo la conferencia que impartió en la ciudad de Lleida con motivo del primer Congreso de Inteligencia Emocional en el año 2011, en donde junto a otros maestros como David Caruso, nos transmitió su sabiduría e inmensa humanidad, siempre con su sonrisa y empatía solo al alcance de los grandes com

unicadores.

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