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Aunque ya quedó claro que no habría una lista conjunta del independentismo, sí que hay una firme voluntad de las candidaturas encabezadas por Puigdemont y Junqueras de suscribir un documento conjunto que se incorporaría a sus respectivos programas electorales y representaría un ideario de unidad compartida si no en la captación del voto, sí al menos en los objetivos. No está cerrado el documento pero ha trascendido que incluiría nueve puntos que empezarían por la libertad para los presos, tanto los Jordis como los consellers, y seguiría por la exigencia de responsabilidades por el 1-O, la supresión del 155 y la intervención de la Generalitat, defensa de la escuela catalana, respeto a los resultados de las elecciones y retirada de los recursos de inconstitucionalidad, contrarrestar la actuación económica del gobierno central contra Catalunya y emplazamiento a la Unión Europea para que defienda los derechos de los catalanes. Pero lo más significativo del documento filtrado, y confirmado por los dos partidos, son los dos últimos puntos que se refieren a “la ampliación de la mayoría ciudadana partidaria de que Catalunya pueda ejercer el derecho a la autodeterminación” y en el último punto se apuesta por “una negociación bilateral con el Estado y con la Unión Europea para hacer posible la plena independencia”. El documento se ha conocido al mismo tiempo que Oriol Junqueras reclamara en un artículo que “hemos de hacer una mayoría más sólida”, y que otros destacados políticos admitieran que no estaban preparados para la independencia, que no había suficientes estructuras de Estado o que la declaración unilateral era un acto político y no jurídico. Bien está que se renuncie a la unilateralidad, que nos ha llevado a la intervención de la Generalitat, y también que se resalte la necesidad de ampliar las mayorías, algo que algunos ya advirtieron después del 27-S pero quedaron absorbidos por las corrientes del pensamiento imperante, pero hay que lamentar que estas reflexiones lleguen ahora con la intervención de la Generalitat, medio gobierno en la cárcel y la otra mitad en Bruselas, y no se hubieran hecho el 26 de octubre cuando Puigdemont tenía decidido y anunciado convocar las elecciones catalanas y rectificó en cuestión de horas. Las reflexiones que se hacen ahora también eran válidas en aquel momento y quien convocaba las elecciones era el President de la Generalitat y no Madrid.

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