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Lo de Mariano Rajoy con el caso Cifuentes es para nota y hasta le hace acreedor a un máster especial al cinismo. Calla cuando se divulgan las irregularidades académicas de la presidenta madrileña, espera que su aparato de propaganda divulgue casos parecidos en otros partidos y cuando ya se han encontrado currículos falsificados en todos los partidos, comparece para minimizar el caso porque afecta a todos, pide coherencia y congruencia entre sus declaraciones y sus hechos y remata con un refrán “consejos vendo que para mí no tengo”. Con el mismo refranero se le puede contestar lo de mal de muchos, consuelo de tontos o también epidemia, porque realmente es un triste consuelo refugiarse en que muchos lo hacen para justificar una irregularidad y más cuando se ocupa tan alta responsabilidad y cuando se trataría de dignificar la clase política y también la enseñanza universitaria, que es la gran perjudicada con estos escándalos. Pero el caso merece algunas reflexiones, empezando por la afición de los políticos españoles a inventarse, o engordar, currículos, siguiendo la vieja tradición hispánica de aparentar más que ser, pensando que se valoran más los títulos que la capacidad e intentando deslumbrar con la longitud del expediente académico más que con la eficacia o la honestidad en la gestión. En segundo lugar, se echa de menos una respuesta ética ante las falsificaciones o los engaños. En Alemania o Gran Bretaña han dimitido ministros tras ser denunciados por plagio o por haber falseado su currículum, mientras que aquí no ha pasado absolutamente nada con quien se ha presentado como doctor siendo licenciado o con quien se olvida que le faltaban asignaturas para acabar o con quien transforma un cursillo en un máster. En una democracia avanzada queda descalificado el político que miente, y aquí la reacción es que todos lo hacen. Y en tercer lugar, hay que exigir responsabilidades a las universidades, especialmente a las que expiden estos másters de pacotilla, pero también a las demás para acabar con la posible devaluación o desprestigio de unos títulos que tantos esfuerzos están costando a muchos estudiantes honestos. Se conocen casos de universidades flexibles con su titulación y estamos viendo como otras confunden cursillos con másters y ha de ser el colectivo universitario quien exija transparencia y depure los centros que han actuado con tanta frivolidad.

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