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Tras una nueva ronda de consultas, que ha resultado tan estéril como patética por momentos, y al no haber ningún candidato en condiciones de conseguir los apoyos necesarios para la investidura, nos vemos abocados a las cuartas elecciones en cuatro años con una moción de censura por medio. Todo un fracaso de nuestra clase política, más concretamente de los dirigentes de los cuatro partidos más votados, que han sido incapaces de llegar a un acuerdo para sacar al país de la interinidad en que estamos, y peor aún, que ni siquiera han parecido buscarlo y que desde el primer momento se han encastillado en posturas maximalistas pensando que tras una segunda vuelta conseguirían una mejor posición. Desgraciadamente, los líderes del PSOE, PP, Ciudadanos y Podemos han pensado más en sus propios intereses que en el bien general, han primado más los tacticismos de los supuestos estrategas que las necesidades del país y sus ciudadanos. Todos tienen su parte de responsabilidad, empezando por Sánchez, que fue el más votado y el que tenía la obligación de buscar acuerdos y no lo ha hecho, siguiendo por Casado, que no ha tenido el sentido de Estado que le exigió Rajoy al PSOE para facilitar la gobernanza del país, continuando por Rivera, que ha olvidado el papel de bisagra con que nació su partido y, hasta el penúltimo día en que ha empezado su campaña, se ha negado a cualquier negociación, y acabando con Pablo Iglesias, que despreció una vicepresidencia y varias carteras y ha priorizado las poltronas al programa. Entre todos han conseguido que el país tenga que afrontar un nuevo dispendio con otras elecciones, que se mantenga la interinidad en una situación económica que amenaza con llevarnos a la recesión y la repetición de la crisis y, para acabar, que la sentencia del procés y las más que previsibles protestas en Catalunya lleguen con un gobierno en funciones y con todos enfrascados en la enésima campaña electoral. Por un mínimo sentido de responsabilidad hubieran tenido que ofrecer los apoyos necesarios para la investidura a Sánchez y luego ejercer el control y la oposición que fueran necesarios pero con un gobierno ya constituido, pero todos han preferido pensar en lo suyo. Y lo peor es que estas nuevas elecciones pueden arrojar un panorama muy parecido al actual, con pequeñas oscilaciones pero siempre sin mayorías absolutas, y volveremos a la ficha de salida. A negociar si es que saben.

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