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Uno de los históricos mataderos de pollos de Lleida, que puso en marcha Copaga, que en 2008 fue vendido a la multinacional holandesa Nutreco y que en 2015 pasó a ser propiedad de los también holandeses SHV, que operaba en España bajo la marca Sada, ha anunciado el cierre dejando en la calle a 260 trabajadores. Es una mala noticia para la economía de Lleida en unos momentos de desaceleración y que pone de manifiesto las contradicciones del sector en nuestra provincia con una producción puntera que no se ve acompañada con instalaciones para el sacrificio, el despiece y la transformación. De hecho, uno de los problemas que han provocado la crisis de Sada, según los sindicatos, es que por decisión empresarial se trasladó el sacrificio de aves al matadero del grupo en Valencia, reduciendo la capacidad de la planta de Lleida a 18.000 pollos diarios, un 20 por ciento de sus posibilidades, multiplicando los traslados de aves que volvían a Lleida para su despiece y a Valencia para su comercialización. Con este trasiego y los gastos de transporte consiguientes han llegado las pérdidas de la planta de Lleida que justificarían su cierre porque la empresa ha querido potenciar sus instalaciones de Valencia en detrimento de la leridana. También se habla de la pérdida de un contrato con Mercadona, que habría obligado a reducir drásticamente la producción, pero es significativo que hace cuatro años los planes de Sada eran convertir la planta de Lleida en puntal del grupo invirtiendo en una nueva planta de despiece y modernizando el muelle de expediciones y de hecho se ofreció a los trabajadores de otra planta del grupo que cerró en Toledo su posible traslado a Lleida. Son los riesgos de depender de una multinacional con los centros de decisión muy alejados y que pese a tener un 20 por ciento de la cuota de mercado ya cerró en 2016 su planta de Valladolid y posteriormente otras en Toledo y Sevilla. Ahora le ha tocado a la de Lleida y se sospecha que la intención de la multinacional es vender la planta a otro grupo, pero sin los trabajadores, porque es perfectamente viable teniendo en cuenta sus características y su ubicación en una provincia con abundante producción avícola. La empresa no ha querido explicar su versión de los hechos, pero la conselleria de Trabajo debería tomar cartas en el asunto porque no se puede jugar de esta manera con el trabajo y el futuro de 260 personas y otras tantas familias.

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