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Ha arrancado la fase 1 del denominado plan de transición a la nueva normalidad por el que media España y también media provincia aumentan su movilidad con la apertura de establecimientos de comercio y hostelería con ciertas limitaciones, y la gran preocupación sanitaria es que no haya rebrotes y pasos atrás. La desescalada ha empezado en las comarcas del Pirineo a medio gas porque coincidió con un día lluvioso que no impidió que se ocuparan las terrazas hasta donde se podía y también esperando que se vayan ampliando las fases y se facilite la movilidad de turistas y ocupantes de segundas residencias. Todos tenemos ganas de recuperar cierta normalidad, pero después de lo que hemos pasado conviene no precipitarse y no estropear el proceso por querer acelerar la desescalada. Durante el fin de semana hemos visto cómo algunas autonomías se quejaban de trato discriminatorio por no haber pasado a la fase 1 como habían reclamado y han llegado quejas de Andalucía o Valencia porque algunas zonas siguen en fase 0 y también de Madrid, que, pese a tener los peores índices, había reclamado pasar a fase 1, provocando incluso la dimisión de su directora general de Salud. En esto no se trata de llegar primeros a ninguna meta, sino de llegar bien y, como advirtió el coordinador Fernando Simón, no hay comunidades que aprueben, ni que suspendan. Hay unos datos sobre los contagios de los últimos catorce días, las disponibilidades hospitalarias, la situación de las residencias y los riesgos de rebrote evaluados por una comisión de expertos y juntamente con cada autonomía se decide, optando por la prudencia como ha hecho la Generalitat o por las prisas como pretendía Madrid. Y el riesgo de querer correr mucho es que haya rebrotes como ha sucedido en Corea o en Alemania y como podría ocurrir aquí con una salida descoordinada y masiva del confinamiento. De momento, ayer registramos la cifra más baja de muertos, 123, desde el 16 de marzo, y Sanidad no vincula un posible repunte de casos con la salida de los niños, pero hay que seguir vigilando más que nunca, controlando la higiene y las distancias porque el mayor peligro es el riesgo de rebrote, que representaría un paso atrás mucho más decepcionante que no saltar de fase. Y si hacemos las cosas bien, si seguimos actuando con responsabilidad individual y colectivamente, todo apunta a que la semana que viene podremos saltar de fase.

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