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Después de un curso escolar absolutamente insólito que se cerró con una vuelta a las aulas simbólica, Educación quiere volver a la normalidad con el nuevo curso que empezará el 14 de septiembre de forma presencial, sin mascarilla obligatoria y tampoco sin reducir las ratios por clase como se había anunciado. Lo que no ha cambiado son las contradicciones internas en el Gobierno porque justo después de que el vicepresidente y los consellers de Educación y Salud, todos de ERC, anunciaran las medidas con una inversión de 370 millones en la contratación de cinco mil nuevos profesores, el presidente Torra les corregía y aseguraba que la inversión sería de 450 millones y el aumento de la plantilla educativa estaría entre los 6.000 y los 10.000 profesores. Más confusión a la ya generada durante la crisis sanitaria que dejó en manos de los directores de los centros buena parte de la responsabilidad y que tampoco ahora se resuelve porque tanto las asociaciones de padres como los sindicatos educativos ven irrisoria la inversión prevista, que en su opinión “no da ni para cubrir las necesidades actuales”, por lo que vaticina que el nuevo curso aún será peor que el concluido. Esperemos que no sea así por el bien de los alumnos y del mismo sistema educativo y que entre todos sean capaces de combinar la normalidad que se busca con la seguridad sanitaria una vez que se ha concluido que entre los más jóvenes la carga vírica es mucho menor y que entre los menores de 15 apenas ha habido un 1 por ciento de contagios, algo que evidentemente no se sabía al inicio de la pandemia, cuando se especulaba que los niños eran transmisores. Sí que sorprende que se haya pasado de tachar ineludible la reducción de alumnos por clase a eludir la imposición de ratios menores considerando que no hay peligro si los grupos son estables con profesores asignados y a algunas asociaciones de padres les ha llamado la atención que no haya que hacer prácticamente nada. Lo que sí ha demostrado este fallido curso es que falta mucho para conseguir la educación online pese a todos los anuncios y promesas que se han hecho: no está garantizada la accesibilidad de todos los alumnos en todas las comarcas, existe una profunda brecha social que se acentúa si no hay clases presenciales y tampoco están desarrollados los programas para educar a distancia. Hará falta mucha más inversión y más trabajo para garantizarla.

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