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Cuando parecía que el guion del rocambolesco sainete en el que está inmerso el Lleida Esportiu desde hace meses ya no daba más de sí, la directiva se sacó ayer otro as de la manga y, cinco horas antes del partido contra el Club Deportivo Brea, decidió, unilateralmente, que se jugaría a puerta cerrada. Los aficionados aragoneses que se desplazaron hasta la capital del Segrià se enteraron a las puertas del estadio de que no podrían entrar. Y más de lo mismo para los sufridos seguidores locales que, indignados, hicieron una llamada a través de las redes sociales para concentrarse ante el Camp d’Esports.

¿Qué podía salir mal? El Lleida Esportiu argumentaba motivos de seguridad. Cuando hasta el equipo rival manda “mucho ánimo a los aficionados del Lleida Esportiu en estos momentos tan difíciles y complicados que, por desgracia, les está tocando vivir”, es que las cosas están mal, muy mal. “El fútbol, sin aficionados, no es fútbol”, recordaba el Brea.

Y otra jornada lo de menos fue lo que ocurrió en el césped. Fue un sábado de tuits y comunicados que se encadenaban. Los jugadores y el equipo técnico lamentaron la decisión de jugar a puerta cerrada, con la que se mostraron “en total desacuerdo” y reiteraron su compromiso con la afición, que “es la única que nunca nos ha fallado”.

También emitió un comunicado la Paeria en el que lamentó la imagen dada por el club de la ciudad. Y no es para menos. La polémica medida no sirvió para nada y aficionados del Lleida y del Brea entraron pese a todo en el estadio, donde se leyeron pancartas como “Pel Lleida.

Per Lleida” de seguidores hartos de esta esperpéntica situación que deja en mal lugar no solo al club, sino a todo el territorio que representa. Todo fue tan forzado y tan sin sentido que parece una maniobra orquestada maquiavélicamente para tener alguna excusa para litigar. El Lleida Esportiu (sus propietarios, más bien) ha optado por morir matando y parece que no importa a cuánta gente se lleve por delante en esta loca escapada a ninguna parte.

Esperemos que más pronto que tarde el Lleida vuelva a ser noticia por los goles que marca, no por las excentricidades de su directiva. El de ayer, por cierto, de penalti y en el último minuto.

Sin efectivo

No es tema menor que 132 de los 231 municipios de las comarcas de Lleida no tengan una oficina bancaria.

Esto complica (y mucho) la vida a sus habitantes, sobre todo a los de más edad o sin medio de transporte. Además, según el Banco de España, más de 38.000 leridanos no pueden sacar efectivo en un radio de cinco kilómetros de su domicilio. Difícilmente se puede atraer población al mundo rural si se pierden servicios.

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