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Polanco, por primera vez en el cinco inicial, entra a canasta.

Polanco, por primera vez en el cinco inicial, entra a canasta.ÁREA 11

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Alicante y Lleida revivieron ayer el duelo fratricida que veinte años atrás emocionó a miles de leridanos ilusionados para poder obtener una plaza en la ACB. Esa noche, le fue de un pelo que los de Edu Torres boy’s ganaran el partido y dieran el paso de gigante hacia la máxima categoría.

Por aquella época, los hermanos Grimau, Oliver, Comas, Joe Bunn and company hacían frente a todo un superequipo bien dirigido por un tal José Manuel Calderón, el extremeño que años más tarde hizo carrera en la NBA. Eran duelos de alto voltaje, competidos y dramáticos en la parte alta de la clasificación. Dos décadas después, Alicante y Lleida volvían a verse las caras una vez superadas las respectivas etapas de claros y sombras en lo económico y también en lo deportivo.

La trayectoria de ambos es totalmente diferente y si bien el Alicante lucha por el ascenso a pesar de venir de la LEB Plata, los leridanos sueñan con mantener una categoría cada vez más preciada. Anoche, tras una semana de descanso y a pesar de la ilusión, las ganas y la preparación del partido, no pudo ser y, una vez más, Alicante fue un fortín difícil de asaltar.

La posición de base es determinante para solventar situaciones complicadas, superar defensas encarnizadas y sacar el máximo jugo a los sistemas tácticos y ayer, la veteranía y maestría de un eterno “joven” como Llompart decantó la balanza para los locales. El Alicante juega en otra Liga y ayer se vio con claridad. A los de Aranzana les faltó convicción, acierto y dirección. Chapela volvió a casa pero no pudo con el maestro Llompart. La permanencia se intuye difícil y el calendario no ayuda. Cinco equipos, Granada, Huesca, Oviedo, Lleida y Canoe, para evitar dos sitios en el infierno. En basket, muchas veces, querer no es poder.

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