El secreto salta hecho añicos

El “día negro del procés” ha llegado por un fallo en lo que mejor había funcionado hasta ahora: las comunicaciones. Hasta ahora habían funcionado especialmente bien el 1-O, en la campaña electoral, en las movilizaciones y también en los mensajes enviados desde Bruselas. Los exiliados tenían especial cuidado con las comunicaciones telefónicas por si estaban intervenidas o con los correos electrónicos por si se hackeaban. Utilizaban para sus mensajes la aplicación Signal, cifrada y considerada la más segura, pero que sirve de poco si se miran los mensajes en público y con cámaras alrededor. Y justo el día en que Puigdemont está más cabreado y más decepcionado con los suyos y se lo envía a Comín. No han hecho falta espías, ni ha fallado el sistema, sino la prudencia.