¿Se va de vacaciones el liderazgo?
(*) CLO de TalensIA - Talento, Ciencia e Innovación Profesor asociado de la UdL
La respuesta es ésta: sí, el liderazgo se va de vacaciones, y se debe ir de vacaciones. De hecho, alejarse del día a día es un favor que la persona líder hace a su organización o a su grupo.
Un momento. ¿No consiste el liderazgo en estas fechas en gestionar una crisis o estar de guardia por si ocurre algo? Rotundamente no. El liderazgo no es un apagafuegos. Va más allá. Aunque sabemos que en muchas ocasiones los problemas y las crisis no tienen que ver con el calendario, que en la empresa debe haber “alguien” a quién avisar si pasa algo, o si los pedidos se retrasan, si hay errores en la producción o en el servicio, si hay personal que no se puede reincorporar a tiempo, etcétera, liderar también conlleva desaparecer de escena, y descansar, para después volver con ideas, con ganas.
¿Qué hace el liderazgo auténtico cuando está de vacaciones? Pues abraza la paradoja del poder regenerador de la desconexión: desconectarte, alejarte, te renueva, te devuelve las ganas y el empuje. Pero para que se dé el descanso físico, mental y tecnológico que debemos realizar si queremos después estar a pleno rendimiento, antes de recibir esa llamada urgente en la piscina, o durante la cena a la fresca, la persona líder habrá establecido unos canales de comunicación y un protocolo de actuación antes de confirmar que se va de vacaciones. Habrá acordado la definición de qué constituye una emergencia y quién tiene la responsabilidad de tomar decisiones. Habrá formado un equipo que además de cumplir órdenes también piense, innove y resuelva problemas de manera autónoma.
Es entonces cuando la persona líder puede desconectar, liberarse de tomar decisiones, dedicarse a lo que le gusta, a lo que echa de menos en épocas de mucho trabajo. Y a ratos, sin querer, también tendrá una parte de su mente en el trabajo. Pero de una manera diferente. Tal vez piense estratégicamente, tal vez conecte ideas que en apariencia no se relacionan pero apuntan a conceptos innovadores o a procesos nuevos.
Con los pies descalzos tal vez uno evalúe cómo empoderar a los colaboradores, reflexione sobre las motivaciones de cada miembro del equipo, o piense cómo crear un ambiente de mejora del talento. Viendo una embarcación a lo lejos, o las nubes sobre una montaña, tal vez considere una visión más global. O tal vez se haga preguntas. ¿Cómo podemos pasar de ser el centro de las decisiones a ser arquitectos de sistemas en los que se tomen las mejores decisiones posibles? ¿Cómo podemos pasar de computar horas trabajadas a medir la capacidad de crear valor sostenible? ¿Cómo podemos pasar de un único filtro por el que pasan todas las decisiones importantes, a un liderazgo compartido en el que se distribuyan de manera eficiente las capacidades de decisión? ¿Es posible que en este liderazgo compartido cada miembro pueda asumir una parte del liderazgo, con confianza mutua para que las decisiones se tomen con agilidad y eficacia?
Además de irse de vacaciones, quien ejerce un liderazgo auténtico habrá sabido crear las condiciones para que su organización o su departamento siga liderando incluso cuando la persona líder descansa.