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Un fotograma de la pel·lícula ‘La piscina’.

Un fotograma de la película ‘La piscina’

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LA PISCINA

★★✩✩✩

De casas sencillas a grandes mansiones malditas, de automóviles con muy malas pulgas a muñecos que no andan a la zaga, de fastidiosos espantapájaros a objetos de todo tipo, el cine de terror está lleno. Ahora le toca el turno a una piscina, algo que tampoco es original pues de modo específico o parcial, también han sucedido hechos lamentables dentro del agua. Los responsables de querer hacérnoslo pasar mal es el grupo Blumhouse Productions, que tiene en su historial títulos muy potentes en eso de dar escalofríos, por ejemplo sagas como Paranormal Activity, Insidious, Sinister, The Purge o las últimas entregas de Halloween entre otras perversas propuestas.Ahora, una en apariencia inofensiva piscina es el centro de todos los males. Como coproductores, este trabajo tiene a dos figuras del género, por un lado, a Jason Blum, director ejecutivo de Blumhouse y con muy buen ojo para ofrecer lo que el aficionado al género quiere ver, y por el otro al realizador James Wan, un verdadero especialista que todo lo que hace lo convierte en un clásico contemporáneo como entregas de la saga Saw o Expediente Warren: The Conjuring, alternando también con su productora Atomic Monster labores de producción. Pero eso no ha sido suficiente. El director Bryce McGuire no parece haber sabido dar con la tecla adecuada, y lo que fue en su día un cortometraje se estira alternando escenas que buscan tensión con otras del todo intrascendentes.El esquema de la película es típico. Tras un prólogo que nos anuncia que la piscina guarda un poder sobrenatural y maléfico, se pasa a una familia que adquiere la casa con alegría. El padre es una figura del béisbol que ha debido retirarse por padecer una enfermedad degenerativa. Su esposa y sus dos hijos podrán jugar en la piscina mientras que él la utilizará para hidroterapia. Lo que sucede posteriormente son experiencias de pánico dentro del agua, escenas -sobre todo nocturnas- que van despertando el temor, la angustia, y mostrando de un modo cada vez más evidente que el mal habita en el agua.El tramo final busca la angustia, el descubrimiento de que como en El resplandor de Stanley Kubrick -salvando la distancia, que es mucha-, lo pernicioso también afecta al clan familiar.El resultado es trillado. Incluso por momentos La piscina tiene aire de telefilm. Se obvia el lado psicológico para centrarse en intentar dar sustos de manual -alguno incluso prestado de It, por poner un ejemplo-, y así irse ahogándose a sí misma. En definitiva, eficaz simplemente para ver y olvidar sin esfuerzo alguno.

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