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Albert Pla, durante su actuación en el Cotton Club de Lleida.

Albert Pla, durante su actuación en el Cotton Club de Lleida.J.C.

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CANCIÓN DE AUTOR

Artista: Albert Pla.

Sala: Cotton Club.

Fecha: 29 de abril

★★★★☆
Desde que me dedico a escribir sobre música en prensa, ya hace más de tres décadas, he tenido la oportunidad de ver en directo a Albert Pla bastantes veces, más de una docena quizás, aunque todas ellas han sido siempre diferentes. Más allá de la consideración que tengo sobre él como artista, bastante elevada por cierto, nunca mejor que en su caso se hace oportuna, para definir bien lo que hace, la utilización de descripciones y calificativos como “tipo especial”, “rara avis”, “transgresor”, “fuera de lo común”, “peculiar”, etcétera, siempre desde una perspectiva extravagante, provocativa, de huida de lo evidente y de búsqueda de efectos hacia el espectador que lo saquen de la indiferencia. Aparte de su reseñable discografía, una docena de álbumes hasta 2018, fecha de aparición de Miedo, su última entrega hasta la fecha, sus citas con el público se han materializado en conciertos, espectáculos humorísticos, teatralizaciones, shows de gags y monólogos o en apariciones como actor, caracterizadas por la polémica, provocación buscada, la irreverencia o el sarcasmo, todo ello a partir del tratamiento y exposición de temas aparentemente tabúes o causantes de cierta o mucha, vete a saber, incomodidad en el espectador. El caso es que, como artista polifacético e imprevisible que es, conviene no perdérselo siempre que venga para actuar y poder disfrutar así, una y otra vez, del personaje iconoclasta por antonomasia de la música catalana y española que representa. En esta última ocasión, acompañado del magnífico guitarrista Diego Cortés, un teclista/bajista, y un trío de coristas-bailarinas que complementaron el show, el artista de Sabadell hizo un repaso de algunos de sus espectáculos anteriores, compendiando muchas de las canciones en castellano y catalán más conocidas, trufadas como siempre, eso sí, a base de sus habituales comentarios provocativos, exabruptos simpáticos y toda esa jerga suya tan bien conocida. En fin, aunque pasen los años, lo tengamos más visto que el tebeo y el personaje haya alcanzado la condición de auténtico estereotipo underground, seguimos disfrutando como nunca de su arte y esa manera tan alternativa y chisposa de hacer crítica social, tan necesaria, por otro lado, con lo que sigue cayendo...
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