El sueño no ha acabado...
Conozco muy bien a los Abbey Road. Allá por mediados de los noventa se organizaron durante varios años sendos concursos de grupos imitadores de los Beatles en los que fui designado como jurado ‘especialista’. En la primera de aquellas ocasiones coincidí en dicho cometido con David Summers, líder de Hombres G y fan indisimulado del grupo de Liverpool, y ambos, junto a un tercer jurado que ahora no acierto a recordar, votamos como vencedores al cuarteto de la ciudad condal bautizado con el título del último y maravilloso álbum –el del paso cebra– que despacharon Lennon, McCartney, Harrison y Starr en 1969. Recuerdo que entre los cinco conjuntos que llegaron a la final hubo varios también muy meritorios, pero es que los Abbey Road en aquella época bordaban el repertorio de los Beatles de la época de la Beatlemanía, esto es hasta 1966, amén de protagonizar un espectáculo escénico mimético, con los instrumentos y la indumentaria exactos a los originales. Desde entonces, el cuarteto ha seguido en el candelero, actuando tanto en España como en otras latitudes europeas y latinoamericanas y siendo considerados con justicia una de las mejores bandas tributo del mundo, seguramente, la más señalada fuera del ámbito anglosajón. Con los años, los Abbey Road han ido variando de formación –solo se mantiene de la época de su triunfo en Balaguer Ferrán George Corbalán; el resto son ahora Adrián Paul Giardo, Carlos Ringo Moreno y Jordi John Expósito–, pero el resultado práctico de su trabajo imitatorio no ha bajado en absoluto de nivel, todo lo contrario. En la actualidad, el gran avance de su propuesta ha sido ampliar repertorio y sumar a las canciones más representativas de sus primeros años, desde 1962 a 1965, las de la época psicodélica de finales del 66 a mediados del 68 y las de su última fase, la que me gusta denominar etapa de madurez, que concluye con la disolución del grupo en 1970. En lo estético, indumentaria y peinados, de los trajes beat típicos pasan a los coloridos uniformes Sgt. Pepper’s de mediados de década y a la ropa hippy e informal de sus últimos años. Es decir, durante el show, el espectador ve a los cuatro Abbey Road transmutarse de vestimenta y coiffure al mismo tiempo que se escucha su progresiva evolución musical con números inolvidables de todas sus etapas creativas. El gran valor añadido de este The Beatles Show Simfònic que los Abbey Road ofrecieron en la Llotja, y que casi tres cuartos de aforo disfrutamos, fue la presencia sobre el escenario de una formación de cuerdas y vientos con ocho músicos, denominada Sgt. Pepper’s Orchestra, con la cual logran emular los sonidos orquestales que incluyeron todos los discos a partir del Revolver. Visto lo visto, a fecha de hoy, teniendo en cuenta el gran paso dado, el combo barcelonés representa la mejor manera de rememorar en vivo a los Beatles, creyendo, durante al menos un par de horas, que “el sueño NO ha acabado” aún. Las caras felices de la gente a la salida así lo testimoniaron.