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EDITORIAL

Lleida, más protagonista en Sant Jordi

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Hay paisajes que inspiran. La majestuosidad del Pirineo ya sedujo a Jacint Verdaguer en el siglo XIX, o al Nobel Camilo José Cela a mediados del siglo XX. También escribieron sobre las comarcas de Lleida autores como Josep Maria Espinàs, Josep Pla, George Orwell y hasta Julio César, amén de referentes locales como Josep

Vallverdú

o Màrius Torres. Más recientemente, Emili Bayo, Pep Coll o Maria Barbal, entre muchos otros, han vuelto a inspirarse en nuestro entorno rural para escribir sus novelas y aunque ninguno de nuestros parajes haya llegado a la dimensión que Dolores Redondo ha dado al valle de Baztan, sí es cierto que están proliferando las novelas que convierten al Pirineo de Lleida en un referente literario. El libro que SEGRE regala hoy a sus lectores, El Pirineu fa 60 anys, da buena cuenta de ello recreando aquel viaje que en 1956 hizo Espinàs al Pallars y Aran. Un territorio se enriquece económica y culturalmente por muchos factores y aunque la literatura no se sitúe en los ranking principales del PIB, no hay ni una ciudad del mundo que se precie, ni región ni nación que haya descuidado sus referentes literarios. Buena noticia pues para Lleida y sus comarcas que nuestros escritores vuelvan a beber de las fuentes de su realidad territorial para crear sus mundos imaginarios. En cuanto a la Diada de Sant Jordi en general, una de las fiestas más arraigadas y transversales de nuestra cultura, llega este año con la iniciativa de la Cámara del Libro de Catalunya, que engloba a todos los sectores implicados en el mundo editorial, de impulsar la candidatura para que el 23 de abril sea declarado por la Unesco Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Sin duda la propuesta tiene muchas garantías de éxito internacional, tanto por su peculiaridad como arraigo y trascendencia cultural, pero convendría, para que su andadura comience con buen pie, que nadie intente monopolizar ni simbolizar lo que Sant Jordi representa para los catalanes, y la presencia de la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría en el acto de presentación de la candidatura no fue adecuada. La invitación era para el ministerio de Cultura, que es a quien corresponde aunar esfuerzos con la Generalitat para conseguir el reconocimiento de la Unesco, y lo que pretendió con su presencia la vicepresidenta fue otra cosa, estrictamente política y no aconsejable en los momentos de diplomacia que requiere el desencuentro entre Madrid y la Generalitat.

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