SEGRE

Creado:

Actualizado:

Algunas resoluciones judiciales parecen empeñadas en corroborar que en España hay una regresión de las libertades y el recurso al Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo ya se ha convertido en habitual para intentar corregir estas carencias. Y lamentablemente para el sistema jurídico español, Estrasburgo está dando la razón a los recurrentes. Sucedió hace un mes cuando condenaron a España por malos tratos a los etarras detenidos tras el atentado en la T-4, pero hace un año también dieron la razón al ex-presidente del Parlamento vasco Juan María Atutxa porque no había podido defenderse y antes ya habían anulado la doctrina Parot y habían condenado a España por no investigar malos tratos al periodista Martxelo Otamendi, por una condena a Otegi o por las detenciones de independentistas catalanes ordenadas por el juez Garzón. Ayer llegó una nueva condena a España por haber condenado a dos jóvenes de Girona a quince meses de cárcel por injurias a la Corona tras haber quemado una foto del Rey en septiembre de 2007. El tribunal de Estrasburgo considera por unanimidad que la condena vulnera el derecho a la libertad de expresión, que no hubo incitación al odio ni a la violencia, sino una denuncia de lo que el monarca representaba que “cae dentro de la crítica o disidencia política y que corresponde a la expresión de rechazo a la monarquía como institución” y concluyen que la condena no fue ni proporcionada, ni necesaria en una sociedad democrática y representa una injerencia en la libertad de expresión. Cada condena del Tribunal de Derechos Humanos es una bofetada al sistema jurídico español y a los políticos que han elaborado estas leyes y se resisten a corregirlas y desgraciadamente habrá más porque las últimas modificaciones, como la ley orgánica sobre seguridad ciudadana conocida como ley mordaza o la ampliación indiscriminada de los denominados delitos de incitación al odio se han traducido en nuevas condenas contra la libertad de expresión. Y como hemos dicho en otras ocasiones, es evidente que no estamos ante un derecho ilimitado porque tiene sus límites en la veracidad y el respeto a otros derechos, como la vida, la imagen, el honor o la intimidad, pero también en la proporcionalidad de la sanción que no debería incluir la prisión. Y sobre todo recordar lo que decía George Orwell: “Si la libertad significa algo, será el derecho a decirle a la gente lo que no quiere oír.”

tracking