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Los rectores de las ocho universidades públicas catalanas se reunieron ayer con el vicepresidente Aragonès para pedirle que se recupere en los próximos presupuestos el nivel inversor en estos centros, se mejore su dotación y se asuma la deuda histórica, después de haber lanzado una llamada de socorro en un acto que tuvo como escenario el paraninfo de la Universidad de Barcelona. Los rectores piden un aumento de 240 millones en sus presupuestos, de los que cien irían a mantenimiento, pero la consellera de Empresa y Conocimiento, Àngels Chacón, no ofrece más de 120 si se consiguen aprobar los presupuestos, algo complicado a tenor de la situación política. Su queja se centra en que llevan cuatro años con las partidas congeladas, primero por los recortes y luego por las prórrogas, de forma que ahora reciben 766 millones mientras que por ejemplo en 2009 su asignación era de 908 millones. Estos recortes han provocado el ahogo financiero de las universidades y también la subida de tasas, que son las más caras de España, pese a las resoluciones aprobadas por el Parlament para que se rebajaran un 30 por ciento, y se complica porque siguen sin cobrar la denominada deuda histórica, que en el caso de la Universitat de Lleida representa 3,8 millones y que son anteriores al 2005. Es significativo que Catalunya sea la quinta comunidad que menor porcentaje del PIB destina a la universidad pública, pese al nivel científico y académico de sus centros y si no hay respuesta del gobierno advierten de posibles protestas porque están cansados de recibir tan buenas palabras como escaso presupuesto. Inoportuno El discurso del jefe de la Guardia Civil en Catalunya, el leridano Pedro Garrido, y el abandono del acto de altos cargos de Interior y los Mossos marcaron la celebración de la patrona de la Guardia Civil en Barcelona. El general Garrido hizo un discurso marcadamente político con alusiones a los procesos contra la cúpula de los Mossos y la afirmación de que “ho tornarem a fer” si hay hechos delictivos. Ni unos, ni otros deberían jactarse de los errores e interferir en la imprescindible coordinación.

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