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Después de cuatro años de bravatas, amenazas y fanfarronería, ayer llegó un nuevo mensaje desde Estados Unidos con la toma de posesión de Joe Biden y un discurso que invita a la unidad, a la tolerancia, a la esperanza y a superar la ruptura que vive la sociedad americana tras Donald Trump. El nuevo presidente destacó que pese a todo ha ganado la democracia, prometió ser el presidente de todos, los que le han votado y los que no, hizo un llamamiento para acabar la guerra no civil que ha provocado su antecesor de enfrentamiento entre azules y rojos, defendió el papel de la mujer con su vicepresidenta Kamala Harris al lado, y criticó los extremismos y también el supremacismo blanco. Son mensajes lógicos, pero contrastan profundamente con el discurso de Trump de hace cuatro años, en el que solo mencionó la palabra unidad en una ocasión, mientras que ayer fue el eje del discurso de Biden. El nuevo presidente también marcó diferencias con el negacionismo de Trump con un homenaje a las víctimas del coronavirus, que ha causado en Estados Unidos más muertes que cualquier guerra, y con unas medidas más contundentes para combatir la pandemia, y también con un nuevo marco de relaciones con Europa, a la que su antecesor había despreciado sistemáticamente. No lo tendrá fácil porque Trump, que ni siquiera tuvo la decencia de asistir al acto de relevo en un plantón insólito en la historia norteamericana y se ha despedido con un centenar de indultos a sus amigos, ha dejado una sociedad dividida y enfrentada, y además ha conseguido un apoyo social firme que hará difícil la reconciliación. Pero lo importante es que desde ayer una persona sensata ocupa el despacho oval de la Casa Blanca y que llega con un mensaje de esperanza, de unidad y de tolerancia para restablecer el espíritu que nunca se debió perder. Los incidentes del Capitolio deben ser la mejor vacuna frente a populismos como el de Trump, porque la democracia llegó a estar en peligro y porque Estados Unidos y el mundo necesitan a políticos sensatos y no a demagogos.

El clamor del Pallars Sobirà Todos los alcaldes del Pallars Sobirà con su presidente comarcal a la cabeza acudieron el martes a Barcelona para expresar su queja por el mal trato que recibe la comarca. El futuro del helipuerto de Tírvia es el último agravio, pero el malestar se arrastra desde la suspensión del festival del Doctor Music y se ha agravado porque no se atienden sus peticiones de un tratamiento diferenciado en las medidas restrictivas del coronavirus. Cuando son todos los alcaldes los que recogen el clamor de una comarca, tienen que ser escuchados y atendidos porque

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