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Pere Aragonès se convertirá hoy en el primer presidente la Generalitat de ERC desde la República del siglo pasado y en su discurso de investidura dejó clara su voluntad de ejercer como presidente, a diferencia de su antecesor, que asumió un papel vicario y de ejercicio por delegación. Hasta cuatro veces se refirió a su intención de sacudir el país con cambios de fondo desde el primer día y el objetivo de luchar con una mano contra la Covid y la crisis generada y con la otra avanzar hacia la independencia.

Mantuvo las líneas generales del discurso de su primera investidura fallida del 26 de marzo con cuatro ejes fundamentales: la que llamó bandera democrática, que pasa por la amnistía para los dirigentes del procés presos o exiliados y el ejercicio del derecho a la autodeterminación, una segunda bandera de progreso social que mantiene el plan de rescate inmediato de 700 millones que ya había pactado con la CUP, con escolarización gratuita hasta los tres años y defensa de la sanidad y la enseñanza pública, además de garantizar los derechos a la vivienda y el empleo con un nuevo modelo económico, una tercera que es la feminista con la creación de una conselleria específica para acabar con cualquier discriminación de la mujer y apoyar las políticas de igualdad, y una cuarta bandera, la ecológica, para combatir el cambio climático y promover la economía verde. Una declaración de intenciones que puede ser asumida por sus socios, haciendo hincapié en los puntos de coincidencia, pero también tendió la mano, “con los que más pronto que tarde nos vamos a tener que entender”, porque en su opinión, “tan importante es llegar al objetivo, la independencia, como hacerlo todos”.

Fue claro al explicar que el modelo escocés es el suyo, quiere que España asuma el papel del Reino Unido, “que el Estado explique por qué debemos seguir en España, qué propuesta tiene para nosotros y sobre todo que no tenga miedo a las urnas y tampoco miedo a perder, que el único límite sea la voluntad popular expresada en las urnas”. En este capítulo de la cuestión territorial, que evidentemente fue el más extenso, no hubo referencias a la unilateralidad, ni al Consell per la Republica, y sí reiteró el concepto de “confrontación cívica y democrática para hacer comprender al Estado que toda solución pasa por el referéndum y la amnistía”, buscando un equilibrio entre la voluntad negociadora de ERC y el mensaje más rupturista de JxCat.

Aragonès quiso marcar perfil propio consciente de que la última etapa ha sido turbulenta y que las heridas entre los socios no están cicatrizadas como muestra la renuncia de Elsa Artadi previa a la formación de gobierno y cuando se la daba por fija como vicepresidenta, y lo más importante es que hoy se acabará una situación de interinidad que se ha prolongado demasiado y ojalá consiga cohesionar un gobierno leal y eficaz porque el país lo necesita. .

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