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EDITORIAL

Aragonès, 132 President de la Generalitat

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Pere Aragonès se convirtió ayer en el 132 presidente de la Generalitat y el primero de ERC desde la República al conseguir los 74 votos del bloque independentista. Era lo previsible desde que se conoció el resultado electoral de febrero, pero el pacto ha tardado más de tres meses en fraguarse y no hay garantías de que dure toda la legislatura.

Pero de entrada hay que destacar que se recupera la normalidad institucional interrumpida por la aplicación del artículo 155 y la presidencia vicaria de Torra, que desde el primer momento asumió el cargo por delegación y de hecho no llegó a ejercerlo prolongando la situación de interinidad hasta ayer, con la elección de Pere Aragonès, que sí hará de presidente con un programa propio y que no coincide en todo con el de sus socios. Aragonès defendió el jueves la vía escocesa hacia la independencia y llega a la presidencia con la mano tendida y buena disposición al diálogo como se vio en el debate que mantuvo con el que será jefe de la oposición, Salvador Illa, con discrepancias de fondo, pero un tono correcto muy alejado del que mantuvo Ciudadanos en el mandato anterior.

Habrá un nuevo juego de equilibrios porque el PSOE necesita a ERC en Madrid, donde es uno de sus apoyos más habituales y porque los republicanos confían en obtener resultados de la mesa de diálogo, frente a la que se muestran abiertamente escépticos sus socios de JxCat, y al mismo tiempo Aragonès tendrá que cuidar sus relaciones con Waterloo, evitando cualquier aspereza que pueda afectar a la cohesión de su gobierno y cumplir lo firmado con la CUP en política social para superar la reválida que le han marcado para dentro de dos años. Un equilibrio complicado, que, como siempre, dependerá de los resultados que obtenga su gestión, su apuesta por el diálogo y de que lleguen los indultos a los políticos presos antes del verano, de que se transfieran los fondos comunitarios para la recuperación de la Covid y se puedan gestionar con eficacia, de que Madrid también apueste por el diálogo, e incluso de que los sectores más radicales de JxCat tengan paciencia para que se puedan recoger frutos de la apuesta por el diálogo de ERC.

No será fácil porque hay muchos factores en juego que no dependen exclusivamente de Aragonès y su equipo y no están todas las heridas cicatrizadas, pero en la actual coyuntura surgida de las urnas no había otras mayorías viables, ni tampoco alternativas a la opción de ERC, que por primera vez desde la República asume la máxima responsabilidad en Catalunya. Un regreso en un momento complicado por la situación sanitaria, la económica y el endémico problema territorial, que puede servir para ampliar la base como reclama Junqueras, o que también se puede convertir en una repetición de las peleas de los últimos meses.

El tiempo dirá, pero empieza el momento de gobernar y solucionar problemas. .

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