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Explicaba el prestigioso pedagogo Gregorio Luri en la entrevista que publicamos el domingo en el suplemento Lectura que “estamos en un baile de leyes educativas totalmente insensato y cuando cambian tanto la normativa, resulta que el docente no puede creerse ninguna porque sabe que será provisional, porque hemos hecho de la educación un debate ideológico permanente que nos oculta los acuerdos prácticos”. La última modificación, de momento, ha llegado con la Lomloe, que convierte las repeticiones en excepcionales y permite superar la ESO con más de un suspenso y el Bachillerato con un suspenso. En el decreto de la Generalitat se da un paso más y se eliminan las notas trimestrales que se sustituyen por informes de seguimiento y además se cambian las calificaciones de forma que los tradicionales suspensos se convierten ahora en la calificación de “En Procés d’Assoliment”.

Hemos pasado por calificaciones numéricas, que hasta graduaban el nivel del suspenso, por calificaciones como Deficiente o Muy Deficiente o Insuficiente y hasta ahora “No Assoliment” de los objetivos. Para algunos docentes, está bien para evitar la segregación de alumnos, porque la nueva calificación es menos agresiva y deja el proceso abierto, otros consideran que estamos hablando de eufemismos para eludir el fracaso que representa un suspenso y otros critican abiertamente el cambio porque es una forma de enmascarar el fracaso escolar calificando intenciones, que siempre son buenas, y no resultados. El debate está abierto y probablemente mejorarán las estadísticas sobre fracaso escolar porque habrá menos estudiantes que abandonen los cursos, pero la cuestión es si con los cambios se consigue mejorar el nivel educativo, porque al fin y al cabo estamos hablando de instrumentos que deberían servir para mejorar la formación y que necesitan de la complicidad y la colaboración de los docentes que tienen que creerse los cambios y confiar en que tengan continuidad para poder evaluarlos y mejorarlos si procede.Gas y nuclear, ¿energía verde?

La Comisión Europea decidió ayer incluir las inversiones en proyectos de gas y en energía nuclear dentro del catálogo de inversiones verdes por un periodo limitado de tiempo como energías de transición para conseguir la neutralidad climática.

Contradicen la opinión de sus propios expertos, el criterio del Banco Europeo de Inversiones que tiene que repartir las ayudas y la opinión de buen número de países, con Austria y España a la cabeza, pero los intereses de Alemania con el gas y los de Francia con la energía nuclear han pesado más para conseguir que estas dos energías reciban fondos. Aunque sean contaminantes y perjudiquen el cambio climático.

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