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Pablo Casado y el PP forzaron el adelanto electoral en Castilla-León para librarse de la coalición con Ciudadanos, conseguir una mayoría absoluta y abrir el camino a un cambio en España, siguiendo el modelo que en su momento desarrolló Aznar. Las urnas le han llevado la contraria y apenas ha conseguido dos diputados más pese al previsto desplome de Ciudadanos, se ha quedado muy lejos de la mayoría absoluta que buscaba y para redondear su fiasco ha propiciado una notable subida de la extrema derecha que ahora tiene la llave del Gobierno, y ya la ha reclamado con una vicepresidencia y participación en el gobierno. Y de rebote, queda cuestionado el liderazgo de Casado cada vez más amenazado por la presidenta madrileña, Díaz Ayuso, que ya reclama el congreso del partido en la comunidad con el aval de que ella sí consiguió la mayoría absoluta y frenar el ascenso de la extrema derecha.

Tampoco los socios del gobierno estatal pueden estar contentos con los resultados porque han sufrido un fuerte voto de castigo y pierden siete escaños los socialistas, mientras que Podemos se queda sin uno de los dos escaños que tenía y se convierte al igual que Ciudadanos en un grupo residual sin la menor influencia en la formación de gobierno. Seguirá gobernando el popular Mañueco porque ha sido el más votado y el único que puede conseguir una mayoría, bien formando coalición con Vox como ya han reclamado los de la extrema derecha, la opción más previsible por mucho que complique futuras campañas al disputarse los dos partidos el mismo sector del electorado, o buscando una complicada abstención del PSOE que frene la presencia de Vox en el gobierno, algo que parece más complicado por el enfrentamiento que viven los dos partidos en Madrid y porque se antoja imposible que los socialistas muevan un dedo para salvar a Casado o a su hombre en Castilla-León y evitarle la papeleta de gobernar con los ultras. Los grandes beneficiados de la jornada electoral, además de Vox, son las candidaturas independientes que representan a la llamada España vaciada.

Han ganado en Soria y mantienen representación en León, aunque allí tiene concomitancias leonesistas, y en Ávila, y representan un fenómeno nuevo que tras el éxito de Teruel existe, puede ampliarse y repetirse en nuevas convocatorias. Hay un sector de la población que no se siente representado ni defendido por los partidos tradicionales y se han agrupado en plataformas con programas localistas y con reivindicaciones muy concretas y referidas a su territorio. Recogen el descontento por el abandono histórico de lustros, están más próximos a los votantes que los partidos clásicos y de los frutos que cosechen dependerá el futuro del fenómeno que puede extenderse.

En Castilla-León han arrancado más votos de la izquierda, pero el fenómeno puede generalizarse y representa una novedad interesante en el panorama.

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