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Reunidos en Madrid, los líderes de la OTAN pactaron ayer el documento que “reafirma” sus valores y propósitos, resume su evaluación colectiva del entorno de seguridad, impulsa la adaptación estratégica de la OTAN y orienta su futuro desarrollo político y militar. El Concepto Estratégico de Madrid señala a Rusia como “la amenaza más directa y significativa” para la seguridad del área transatlántica, y por primera vez, se refiere a China como “desafío sistémico” a los intereses y valores de la Alianza. “La profundización de la alianza estratégica entre la República Popular de China y la Federación Rusa, con sus intentos complementarios de debilitar el orden internacional basado en reglas, va en contra de nuestros valores e intereses”, afirma el nuevo Concepto Estratégico, que sustituye al pactado en Lisboa en 2010, que se refería a Moscú como “socio estratégico” y apenas hacía referencia a Pekín.

El documento sitúa también en el radar de la OTAN su flanco sur, desde donde pueden llegar desafíos específicos como el terrorismo o los estados fallidos, pero también terreno de juego para la influencia china y rusa. “Los conflictos, la fragilidad e inestabilidad de África y Oriente Medio afectan directamente a nuestra seguridad y la de nuestros socios. El vecindario sur de la OTAN, en particular Oriente Medio, el norte de África y las regiones del Sahel, afronta desafíos demográficos, económicos, políticos y de seguridad” que “ofrecen un terreno fértil para la proliferación de grupos armados no estatales y organizaciones terroristas”.

Por otro lado, los líderes aliados han invitado oficialmente a Suecia y Finlandia a convertirse en socios de la OTAN. La decisión de los países nórdicos de romper con su tradición de neutralidad y acercarse a la organización militar “demuestra que la puerta de la OTAN está abierta, que Vladímir Putin no ha logrado cerrar la puerta de la OTAN y que respetamos el derecho de cada país a elegir su camino”. En resumen, un nuevo concepto estratégico en un mundo más peligroso que en lugar de forzar alianzas de paz, democracia y progreso global, basa su estrategia en volver a una guerra fría, que ahora podríamos denominar “caliente”, centrada básicamente en los intereses políticos, económicos y militares de los EEUU.

No parece un futuro muy esperanzador, y menos cuando en el texto de reafirmación de la Alianza Atlántica se mezclan temas de demografía, por tanto, migración, que nada tienen que ver con el concepto de defensa frente a agresiones exteriores que forjó la OTAN, organización que no es económica, ni social, sino un ejército de orden mundial para supuestos ataques de terceros. Europa, con la España del PSOE de anfitriona, vuelve a dejar pasar una oportunidad para tener voz propia y hacer de puente diplomático entre Rusia y los EEUU y se limita a unirse a todas las tesis norteamericanas sobre el peligro ruso y chino.   

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